Page 221 - Lectura Común
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Luis Alberto Crespo
               torna altamente dificultosa su equivalencia a otro idioma, aún al
               español peninsular.
                  Nadie sabe por qué tardose tanto la voluntad literaria y hasta
               institucional en rendirle homenaje a una creación cumbre de la
               poesía latinoamericana, sobre todo si ella constituye un testimo-
               nio único entre nosotros, como es el de aproximar dos patrias, la
               geográfica y la lingüística, la venezolana y la italiana, a través de la
               figura paterna y de su arraigo a una aldea, Canoabo, prolongación
               afectiva de la otra, la del antepasado inmigrante, Vibonati.
                  Por fortuna Italia ha podido leer a Mi padre, el inmigrante.
               El libro participa de los grandes poemas nacionales, junto a Bello
               y Lazo, contemporaneizados por el lenguaje del más novedoso
               telurismo, piedra angular de lo que habría de ser la poesía venezo-
               lana afincada en la universalización del lugar, en la metafísica de
               lo habitable como deslumbramiento y como destino.
                  Otro Gerbasi, no menos esencial que el anterior, ha sido rees-
             [ 220 ]  crito en lengua italiana, esta vez por un joven escritor venezo-
               lano, el poeta Antonio Mendoza Wolske, quien reside en Roma
               desde hace ya varias décadas. Mendoza Wolske figuró entre los
               asiduos al legendario taller literario Calicanto, que animara, por
               allá por los años ochenta, la añorada Antonia Palacios, nuestra
               gran señora de las letras. Actor, ensayista, narrador, crítico de
               arte, guionista, dramaturgo, traductor de poesía, nuestro amigo
               guarda con incomprensible celo numerosos manuscritos poéti-
               cos, sin que los galardones internacionales con que ha sido reco-
               nocido su talento logren convencerlo de ceder su escritura a las
               casas editoras de Italia o Venezuela.
                  No ha mucho Mendoza Wolske entregó a la firma Nemapress
               Editrice de Roma, su traducción de Los espacios cálidos, aquel
               poemario ineludible con el que Vicente Gerbasi propusiera una
               motivación de la aldea como territorio emocional de la memoria
               primigenia. Palomares e incontables como él se confiesan here-
               deros de su asunto. La poesía de la tierra y de su entrañamiento
               en los sentidos afirma sus raíces en estas páginas. Sus imágenes,






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