Page 180 - Lectura Común
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La lectura común                            Nuestra sombra iluminada
              sin desatender su desafuero prosódico que es préstamo de cierto
              barroco quevedeano corregido para beneficio del asunto citadino
              que lo obsesiona. Creo que en William Osuna la  entonación
              conversacional, esto es, su comprensiva confidencia, oculta
              otra lectura, menos explícita, más evasiva o “barroca” y ¿por
              qué no lírica? El desparpajo con que afronta el lenguaje poético,
              satirizando su tristeza misma, su pena, es el mismo que usa para
              el lugar común, el eslogan comercial, el vocabulario del consumo y
              de la épica deportiva, la retórica política, la cita histórica de cartilla
              escolar. La escritura y el habla pierden sus cotos privados, conviven
              indistintos, de allí su locuacidad. Sus logros se evidencian en Estos
              81, en el profuso poema 1900, en la Antología de la mala calle y
              en su tan celebrada Epopeya del Guaire, sin duda unos de los
              momentos más altos de su invención poética. En ella compendia
              el objeto primordial  de su  motivación urbana, caraqueña.  Me
              provoca citar sus primeros fragmentos: “A mí que no me nombre,
              dice el/ Orinoco, no fue grumete en La Invencible ni/ pudo unir   [ 179 ]
              sus aguas a los siete mares de China./ Los indios lo taparon con
              concha de totuma/ para que los españoles no se lo bebieran./ No
              se parece a los ríos de don Jorge Manrique./ La mar océano no lo
              soporta; respecto a/ él filosofa como un sabio chino: ‘Un río que no
              sabe morir es un golfo’. ¿Quién lo maleó?”.
                  El que así habla no tiene edad, o sí: es un muchacho y a ratos
              un niño que vive dentro del poeta de 1948 en Los Rosales, en El
              Cementerio, en una calle que si “fuera un hombre —cito de memo-
              ria— dolería”. Su lenguaje paródico y afectuoso y en su manera de
              apropiárselo es un tanto granuja, presto a la mueca y a la media
              risa, pero súbito cejijunto, de asiduo lector, de artesano de la pala-
              bra, la mirada fija en los suyos, la mano puesta sobre el hombro de
              sus amigos, a los que nombra y mitifica, los objeta y los celebra,
              como hiciera el Chino Valera Mora en aquel poema, Nombres pro-
              pios, amoroso pero heridor por su acento de filo de cuchillo.
                  La obra de William Osuna ha sido merecedora del Pre-
              mio Nacional de Literatura para contentamiento de la poesía






       Lectura comun heterodox   179                                   13/4/10   12:35:41
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