Page 176 - Lectura Común
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La lectura común Nuestra sombra iluminada
apartarse de las influencias logrando la originalidad de un len-
guaje que es consustancial con su comportamiento existencial e
intelectual.
Vela de armas acaso ilustre mejor que no pocos de los muchos
títulos que conforman su obra poética ese lenguaje y esa ética que
ha hecho tan propia y, como ya se ha dicho, tan irrepetible. Poesía
del descreído, poesía del desconfiado, suerte de antilírica, a la que la
lírica debe, paradójicamente, su savia nutricia y su materia, a la cual
descarna y reordena con la punza y el escoplo de la desmitificación.
De desacralizador lo acusarían los cultores de lo primoroso y el
encantamiento. Es esa su autenticidad y es esa su ética. Yo diría que
es un lírico por defecto, si por lírico entendemos la representación
de lo real mediante su transformación en belleza pura, en orfebre-
ría —en este caso— de la imagen como representación de la realidad
real, o la que consideramos tal.
Versátil, o la misma y distinta, en todo caso siempre inventiva,
la escritura poética de Calzadilla es por ello impostergable. Vela de [ 175 ]
armas confirma esa cualidad. A vuelta de página nos reserva un
poema inesperado que se aparta de su habitual rumbo al espacio
urbano y elige una dirección más bien telúrica, o con rasgos de rusti-
cidad, aunque sin alejarse de la huella que constituye su norte franco.
Dice así y es glosa de una frase prestada a Fernando Pessoa.
Como hierba crecí y no me arrancaron y no era monte.
—¿Cómo confirmar la nada
si no es entregándosele?
Así he ardido en mi país.
—¿Como lirio?
—No. Como monte.
La editorial tachirense, de la que es vigía y timón el poeta
Ernesto Román, tuvo buen tino en ofrecernos esta nueva lectura
de uno de los libros más emblemáticos de Juan Calzadilla. En él
hallamos la síntesis de sus motivaciones y su estilo, sus apostasías
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