Page 130 - Lectura Común
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La lectura común                                Por el ojo de la letra

              éste la cima o el precipicio, la espesura o el muro. “Guárdate de las
              cumbres”, le había advertido Lazo Martí al bardo amigo a quien
              ofreciera su Silva criolla.
                  Tal parece ser el desiderátum en que se afinca el contenido de
              Los llanos: enigma y explicación de Venezuela. Adolfo Rodríguez
              no se limita a dar noticia de la historia política, social y económica
              de los llanos. Es el hombre llanero el que retarda su atención, el hace-
              dor de senderos, el poblador de desiertos, el jinete de sí mismo sobre
              la cabalgadura que es su otro yo, el anarquista de todo credo, el de la
              obediencia ancestral a la sabana libre y sin cercas, es decir, el soña-
              dor de un país sin amos ni latifundios.
                  El civilizador Gallegos, el Santos Luzardo tras el cual se ocul-
              tara su feligresía positivista de alfabetización y de alambre de púas,
              distrae un momento su ideario cuando consiente que “fue la rebelión
              de la llanura, la obra del indómito viento, de la tierra ilímite contra la
              innovación civilizadora”. Y bien que en toda su obra de ficción per-
              sista el afrontamiento de la civilización y la barbarie, se ve forzado   [ 129 ]
              a asentir que “la barbarie tiene sus encantos, es algo hermoso que
              vale la pena vivirlo, es la plenitud del hombre rebelde a toda limita-
              ción”; y acaso halla en el llanero a caballo la figura emblemática del
              rebelde, de la llanura humanizada, cuando confiesa: “de mí sé decir
              que si le echara pierna a un caballo salvaje y acertara a enlazar un
              toro, me quedaría para siempre en el llano”.
                  Citas de esta guisa abundan en el libro, ora para que sirvan de
              umbral a los temas, ora para apuntalar no pocas referencias geográ-
              ficas e históricas. El llano guía al lector, lo enrumba tras sus indios
              llaneros, sus mestizos zambos y mulatos, sus blancos quemados, pira-
              tas de la sabana, pobladores de rochelas y cumbes con la punza de la
              lanza en el puño para lastimar la vida, la soga en la verija de la silla
              para ahorcar el ganado ajeno, a los que Bolívar llamaría invencibles.
              Adolfo Rodríguez prepara la aparición de esos hombres a quienes no
              movía otra fe que no fuera el círculo universal de suelo y cielo, donde
              se criaran entre el desierto del polvo y el desierto del agua y esperaban
              ver personificado en uno de los suyos o de quien se pretendía tal.






       Lectura comun heterodox   129                                   13/4/10   12:35:32
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