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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista


                 Toquemos  en  esta  entrevista  otros  de  sus  aspectos.  Primera-
              mente, el aspecto político. ¿Cuál es la orientación presente del Estado
              burgués? ¿Cuál es su posición vis a vis del socialismo?
                 JCM: Estamos en un periodo de contraofensiva capitalista. El Estado
              tiene en este instante una orientación reaccionaria, contrarrevolucio-
              naria, antisocialista.

                 ¿Cuál es la historia de esta contraofensiva capitalista?
                 JCM: Voy a tratar de sintetizarla.
                 El  Estado  burgués,  durante  la  guerra,  necesitó  una  tregua  en  la
              lucha de clases. A los gobiernos beligerantes no les bastaba la neutra-
              lidad  socialista.  Les  era  indispensable  la  colaboración  socialista.  Los
              socialistas, fueron, pues, llamados a colaborar en el poder. Y el estado
              asimiló  un  poco  de  socialismo.  Algunos  socialistas  permanecieron
              fieles a la lucha de clases. Pero la mayoría en Inglaterra, en Francia, en
              Alemania, en Bélgica dio su concurso a la burguesía. En Italia, los socia-
              listas oficiales se mantuvieron irreductibles. Entraron a la unión sacrée
              sólo los socialistas reformistas de Bissoliti y Bonomi. Y algunos socia-
              listas disidentes, como Labriola, Raymondo y Mussolini, el actual leader
              fascista, que fueron los más eficaces y dinámicos propagandistas de la
              intervención italiana. Pero desde la oposición, los socialistas oficiales
              y los organizadores proletarios influenciaron los rumbos de la política
              gubernamental.
                 En ese periodo, además, un poco de colectivismo no resultaba incó-
              modo al Estado. La guerra imponía, precisamente, la restricción del indi-
              vidualismo.  No  eran  posibles  la  libertad  de  comercio,  de  industria,  de
              cambio. Las funciones sociales tenían que ser asumidas o controladas por
              el Estado. El Estado se hizo empresario, banquero, comerciante. Muchos
              servicios  fueron  estatizados.  El  Estado  se  encargo  de  la  adquisición  y
              distribución del trigo. El Estado reglamentó los consumos, racionó algunos
              alimentos, financió a las cooperativas, etc. Hubo, por todo esto, la impre-
              sión de que la guerra inauguraba un era de socialización. El liberalismo, el
              individualismo, andaban de capa caída. Al mismo tiempo, los salarios eran
              altos. Los tributos pesaban, especialmente, sobre las clases ricas.




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