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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista


              coincidan. Su convergencia, su solidaridad, explican por qué la paz es, al
              mismo tiempo, israelita, puritana y británica.
                 No sigamos a los escritores de la reacción francesa en el desarrollo
              de su teoría que se remonta, por confusos y abstractos caminos, a los más
              lejanos orígenes del puritanismo y del capitalismo. Contentémonos con
              constatar que, por razones seguramente más simples, los autores de la
              paz admitieron en el tratado algunas reivindicaciones israelitas.
                 El tratado reconoció a las masas judías de Polonia y Rumania los
              derechos acordados a las minorías étnicas y religiosas, dentro de los
              Estados adherentes a la Sociedad de las Naciones. En virtud de esta esti-
              pulación, quedaba de golpe abolida la desigualdad política y jurídica que
              la persistencia de un régimen medioeval había mantenido a los israelitas
              en los territorios de Polonia y Rumania. En Rusia la revolución había
              cancelado ya esa desigualdad. Pero Polonia, reconstituida como nación
              en Versalles, había heredado del zarismo sus métodos y sus hábitos anti-
              semitas. Polonia, además, alojaba a la más numerosa población hebrea
              del mundo. Los israelitas encerrados en sus ghettos; segregados celosa-
              mente de la sociedad nacional, sometidos a un pogrom 216  permanente y
              sistemático, sumaban más de tres millones.
                 En  ninguna  parte  existía,  por  ende,  con  tanta  intensidad  un
              problema judío. En ninguna nación las resoluciones de Versalles a favor
              de los judíos suscitaban, por la misma causa, una mayor agitación antise-
              mita. El rol que le tocó a Polonia en la política europea de la post-guerra
              permitió que el poder cayera fajo el control del antisemitismo. Colocada
              bajo la influencia y la dirección de Francia, en un instante en que domi-
              naba en Francia la reacción, Polonia recibió el encargo de defender y
              preservar el Occidente de las filtraciones de la revolución rusa. Esta polí-
              tica tuvo que apoyarse en las clases conservadoras, y que alimentarse de
              sus prejuicios y de sus rencores anti-judíos. El hebreo resultaba invaria-
              blemente sospechoso de inclinación al bolchevismo.
                 Polonia es hasta hoy el país de más brutal antisemitismo. Ahí el
              antisemitismo no se manifiesta sólo en la forma de pogroms cumplidos


              216   Nombre dado a los motines contra los judíos en Rusia zarista. Hoy se aplica a
                  toda persecución contra los judíos.


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