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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista


              de Hungría. El Car denal ha negado indignadamente a los autores de esos
              “actos abominables” el derecho de invocar el cristianismo para justificar
              sus excesos. “De lo alto de este sillón milenario —ha dicho— yo les grito
              que son hombres sin fe ni ley”.
                 En Europa Occidental el antisemitismo no tiene la misma violencia.
              El clima moral, el medio histórico, son diversos. El problema judío reviste
              formas menos agudas. El antisemitismo, además, es menos potente y
              extenso. En Francia se encuentra casi localizado en el reducido aunque
              vocinglero sector de la extrema derecha. Su hogar es L’Action Française.
              Su sumo pontífice, Charles Maurras. En Alemania, donde la revolución
              suscitó una acre fermentación antijudía, el antisemitismo no domina
              sino en dos partidos: el Deutsche national 217  y el fascista. El racismo que
              tiene en Luddendorf su más alto condottiere mira en el socialismo una
              diabólica elaboración del judaísmo. Pero en la misma derecha un vasto
              sector no toma en serio estas supersticiones. En el Volks Partei 218  milita
              casi toda la plutocracia —industrial y financiera— israelita.
                 La reacción, en general, tiene sin embargo, en todo el mundo, una
              tendencia antisemita. Israel combate en los frentes de la democracia y
              de la Revolución. Un escritor antisemita y reaccionario, Georges Batault,
              resume la situación en esta fórmula: “En tanto que los judíos internacio-
              nales juegan a dos cartas —Revolución y Sociedad de las Naciones— el
              antisemitismo juega a la carta nacionalista”. El mismo escritor agrega
              que del sionismo se puede esperar una solución del problema judío.
              Los nacionalismos europeos trabajan por crear un nacionalismo judío.
              Porque  piensan  que  la  constitución  de  una  nación  judía  libraría  el
              mundo de la raza semita. Y, sobre todo, porque no pueden concebir la
              historia sino como una lucha de nacionalismos enemigos y de imperia-
              lismo beligerantes.









              217   Alemán Nacional.
              218   Partido del Pueblo.


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