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La escena contemporánea y otros escritos
industria, quedaron solidarizados con la vida y el desarrollo urbanos. La
revolución burguesa, por consiguiente se nutrió en parte de savia judía.
Y en la formación de la economía capitalista les tocó a los judíos, comer-
ciante e industriales expertos, un rol principal y lógico. La decadencia
de las “profesiones nobles”, la transformación de la propiedad agraria,
la destrucción de los privilegios de la aristocracia, etc., dieron un puesto
dominante en el orden capitalista, al banquero, al comerciante, al indus-
trial. Los judíos, preparados para estas actividades, se beneficiaron con
todas las manifestaciones de este proceso histórico, que trasladaba del
agro a la urbe el dominio de la economía. El fenómeno más característica
de la economía moderna —el desarrollo del capital financiero— acrecentó
más aún el poder de la burguesía israelita. El judío aparecía, en la vida
económica moderna, como uno de los más adecuados factores biológicos
de sus movimientos sustantivos: capitalismo, industrialismo, urbanismo,
internacionalismo. El capital financiero, que tejía por encima de las fron-
teras una sutil y recia malla de intereses, encontraba en los judíos, en
todas las capitales del occidente, sus más activos y diestros agentes. La
burguesía israelita, por todas estas razones, se sentía mancomunada con
las ideas y las instituciones del orden democrático-capitalista. Su posición
en la economía la empujaba al lado del reformismo burgués. (En general,
la banca tiende, en la política, a una táctica oportunista y democrática que
colinda a veces con la demagogia. Los banqueros sostienen, normalmente,
a los partidos progresistas de la burguesía. Los terratenientes, en cambio,
se enrolan en los partidos conservadores). El reformismo burgués había
creado la Sociedad de las Naciones, como un instrumento de su atenuado
internacionalismo. Coherente con sus intereses, la burguesía israelita
tenía lógicamente, que simpatizar con un organismo que, en la práctica, no
era sino una criatura del capital financiero.
Y como los judíos no se dividían únicamente en burguesía y pequeña
burguesía sino además en proletariado, era también natural que en gran
número resultasen mezclados al movimiento socialista y comunista. Los
judíos que, como raza y como clase, habían sufrido doblemente la injus-
ticia humana, ¿podían, ser insensibles a la emoción revolucionaria? Su
temperamento, su psicología, sus vidas impregnadas de inquietud urbana,
hacían de las masas israelitas uno de los combustibles más próximos a
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