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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista


              ni accesibles a los prejuicios y a los intereses conservadores que los
              hombres  comunes.  No  sucede,  únicamente,  que  el  poder  dispone  de
              academias, honores y riquezas suficientes para asegurarse una nume-
              rosa clientela de escritores y artistas. Pasa, sobre todo, que a la revolu-
              ción no se llega sólo por una vía fríamente conceptual. La revolución más
              que una idea, es un sentimiento. Más que un concepto, es una pasión.
              Para comprenderla se necesita una espontánea actitud espiritual, una
              especial capacidad psicológica. El intelectual, como cualquier idiota, está
              sujeto a la influencia de su ambiente, de su educación y de su interés.
              Su inteligencia no funciona libremente. Tiene una natural inclinación a
              adaptarse a las ideas más cómodas; no a las ideas más justas. El reaccio-
              narismo de un intelectual, en una palabra, nace de los mismos móviles
              y raíces que el reaccionarismo de un tendero. El lenguaje es diferente;
              pero el mecanismo de la actitud es idéntico.
                 Clarté no existe ya como esbozo o como principio de una Interna-
              cional del Pensamiento. La Internacional de la Revolución es una y única.
              Barbusse  lo  ha  reconocido  dando  su  adhesión  al  comunismo.  Clarté
              subsiste  en  Francia  como  un  núcleo  de  intelectuales  de  vanguardia,
              entregado a un trabajo de preparación de una cultura proletaria. Su
              proselitismo crecerá a medida que madure una nueva generación. Una
              nueva generación que no se contente con simpatizar en teoría con las
              reivindicaciones revolucionarias, sino que sepa, sin reservas mentales,
              aceptarlas, quererlas y actuarlas. Los clartistas, decía antes Barbusse, no
              tienen lazos oficiales con el comunismo; pero constatan que el comu-
              nismo  internacional  es  la  encarnación  viva  de  un  sueño  social  bien
              concebido. Clarté ahora no es sino una faz, un sector del partido revo-
              lucionario. Significa un esfuerzo de la inteligencia, por entregarse a la
              revolución y un esfuerzo de la revolución por apoderarse de la inteli-
              gencia. La idea revolucionaria tiene que desalojar ala idea conservadora
              no sólo de las instituciones sino también de la mentalidad y del espíritu
              de la humanidad. Al mismo tiempo que la conquista del poder; la revolu-
              ción acomete la conquista del pensamiento.







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