Page 281 - La escena contemporánea y otros escritos
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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
ni accesibles a los prejuicios y a los intereses conservadores que los
hombres comunes. No sucede, únicamente, que el poder dispone de
academias, honores y riquezas suficientes para asegurarse una nume-
rosa clientela de escritores y artistas. Pasa, sobre todo, que a la revolu-
ción no se llega sólo por una vía fríamente conceptual. La revolución más
que una idea, es un sentimiento. Más que un concepto, es una pasión.
Para comprenderla se necesita una espontánea actitud espiritual, una
especial capacidad psicológica. El intelectual, como cualquier idiota, está
sujeto a la influencia de su ambiente, de su educación y de su interés.
Su inteligencia no funciona libremente. Tiene una natural inclinación a
adaptarse a las ideas más cómodas; no a las ideas más justas. El reaccio-
narismo de un intelectual, en una palabra, nace de los mismos móviles
y raíces que el reaccionarismo de un tendero. El lenguaje es diferente;
pero el mecanismo de la actitud es idéntico.
Clarté no existe ya como esbozo o como principio de una Interna-
cional del Pensamiento. La Internacional de la Revolución es una y única.
Barbusse lo ha reconocido dando su adhesión al comunismo. Clarté
subsiste en Francia como un núcleo de intelectuales de vanguardia,
entregado a un trabajo de preparación de una cultura proletaria. Su
proselitismo crecerá a medida que madure una nueva generación. Una
nueva generación que no se contente con simpatizar en teoría con las
reivindicaciones revolucionarias, sino que sepa, sin reservas mentales,
aceptarlas, quererlas y actuarlas. Los clartistas, decía antes Barbusse, no
tienen lazos oficiales con el comunismo; pero constatan que el comu-
nismo internacional es la encarnación viva de un sueño social bien
concebido. Clarté ahora no es sino una faz, un sector del partido revo-
lucionario. Significa un esfuerzo de la inteligencia, por entregarse a la
revolución y un esfuerzo de la revolución por apoderarse de la inteli-
gencia. La idea revolucionaria tiene que desalojar ala idea conservadora
no sólo de las instituciones sino también de la mentalidad y del espíritu
de la humanidad. Al mismo tiempo que la conquista del poder; la revolu-
ción acomete la conquista del pensamiento.
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