Page 279 - La escena contemporánea y otros escritos
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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
del pensamiento y del arte. Ética y estéticamente, la guerra ha perdido
mucho terreno en los últimos años. La humanidad ha cesado de consi-
derarla bella. El heroísmo bélico no interesa como antes a los artistas.
Los artistas contemporáneos prefieren un tema opuesto y antitético: los
sufrimientos y los horrores bélicos. El Fuego quedará, probablemente,
como la más verídica crónica de la contienda. Henri Barbusse como el
mejor cronista de sus trincheras y sus batallas.
La inteligencia ha adquirido en suma, una actitud pacifista. Pero este
pacifismo no tiene en todos sus adherentes las mismas consecuencias.
Muchos intelectuales creen que se puede asegurar la paz al mundo a
través de la ejecución del programa de Wilson. Y aguardan resultados
mesiánicos de la Sociedad de las Naciones. Otros intelectuales piensan
que el viejo orden social, dentro del cual son fatales la paz armada y la
diplomacia nacionalista, es impotente e inadecuado para la realización
del ideal pacifista. Los gérmenes de la guerra están alojados en el orga-
nismo de la sociedad capitalista. Para vencerlos es necesario, por consi-
guiente, destruir este régimen cuya misión histórica, de otro lado, está
ya agotada. El núcleo central de esta tendencia es el grupo clartista que
acaudilla, o, mejor dicho, representa Henri Barbusse.
Clarté, en un principio, atrajo a sus rangos no sólo a los intelectuales
revolucionarios sino también a algunos intelectuales estacionados en el
ideario liberal y democrático. Pero éstos no pudieron seguir la marcha de
aquéllos.
Barbusse y sus amigos se solidarizaron cada vez más con el prole-
tariado revolucionario. Se mezclaron, por ende, a su actividad política.
Llevaron a la Internacional del Pensamiento hacia el camino de la Inter-
nacional Comunista. Esta era la trayectoria fatal de Clarté. No es posible
entregarse a medias a la revolución. La revolución es una obra política.
Es una realización concreta. Lejos de las muchedumbres que la hacen,
nadie puede servirla eficaz y válidamente. La labor revolucionaria no
puede ser aislada, individual, dispersa. Los intelectuales de verdadera
filiación revolucionaria no tienen más remedio que aceptar un puesto
en una acción colectiva. Barbusse es hoy un adherente, un soldado del
Partido Comunista Francés. Hace algún tiempo presidió en Berlín un
congreso de antiguos combatientes. Y desde la tribuna de este congreso
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