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La escena contemporánea y otros escritos
momento un puesto de combate en el grupo nittiano, esto es, en el sector
reformista y radical de la burguesía italiana. Fue, pues, uno de los colabo-
radores de esa política de transacciones y de compromisos, actuada por
Nitti para detener la revolución, que debía parecer después a la misma
burguesía salvada de esta suerte, demagógica y derrotista.
En la evolución de la burguesía hacia el fascismo, que comenzó con
el gobierno de Giolitti, Amendola se mantuvo hostil al fascio littorio.
Tuvo, no obstante, que formar parte, como Ministro de las colonias, del
desdichado ministerio de Pacta, último esfuerzo gubernamental de los
grupos constitucionales. No se le puede, sin embargo, hacer por esto
ningún cargo. Preveía Amendola la conquista ineluctable e inexorable
del poder por los fascistas, si los fautores de la democracia no concer-
taban y concentraban sus fuerzas en el parlamento y en el gobierno. El
fracaso de esta postrera tentativa no es culpa suya.
En la presente batalla liberal, Amendola tiene una función principal.
Es el líder de la oposición del Aventino. De la variopinta oposición del
Aventino, como en su lenguaje polémico la llama Mussolini. El episodio
del Aventino está en liquidación. La secesión parlamentaria se ha reve-
lado impotente para traer abajo la dictadura fascista. Y a los parlamenta-
rios del bloque del Aventino no se les ocurre, de acuerdo con sus hábitos,
que se pueda combatir a un gobierno sino parlamentariamente. El expe-
rimento les parece, pues, terminado. El camino revolucionario no es de su
gusto. Tampoco es del gusto de Amendola. Pero entre la gente del Aven-
tino, Amendola tiene al menos el mérito de una consistencia ideológica
y de una arrogancia personal, muy poco frecuentes en la desvaída fauna
liberal. Amendola ha sido uno de los condottieri de la batalla del Aventino.
Hasta el último momento ha resistido con energía la vuelta al parlamento.
Lo que distingue a Amendola del resto de los demo-liberales de todos
los climas es, como resulta de todos estos episodios de su carrera política,
la vehemencia y la beligerancia que tiene en su teoría y en su práctica la
vieja idea liberal. El líder del Aventino cree de veras en la democracia,
con ese inquebrantable empecinamiento de los pequeños burgueses,
nutridos de la filosofía de dos siglos de apogeo de la civilización occi-
dental. Y, como Wilson hablaba de una nueva libertad, este discípulo y
lugarteniente de Nitti habla de una nueva democracia.
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