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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista


                 Su  historia  política  corresponde  enteramente  a  la  post-guerra.
              Amendola  no  se  ha  formado  políticamente  en  la  clientela  de  Giolitti,
              ni de ningún otro líder clásico de la democracia pre-bélica. Procede de
              un núcleo y de un hogar de intelectuales que han dado a Italia varias de
              sus figuras contemporáneas. “En 1904 —escribe Girolamo Lazzeri, en el
              prefacio de un libro de Amendola, La democracia después del 6 de abril de
              1924—, apenas cumplidos los veinte años, participaba en el movimiento
              renovador del florentino Leonardo; luego, cuatro años después, era del
              grupo de la Voce, en el cual emergía por un equilibrio más sólido frente a
              los otros amigos, muchos de quienes estaban destinados a caer de lleno
              en el error del fascismo o a vivir en sus márgenes en una situación de
              complicidad moral. La posición de Amendola en el grupo de la Voce era,
              en el fondo, la posición de un solitario: entre la inquietud y las contra-
              dicciones de Papini, la superficial divulgación de Prezzolini, el impresio-
              nismo lírico de Soffici, actitudes todas meramente literarias, Amendola se
              muestra casi aparte por sí mismo, por la seriedad y la solidez de la inda-
              gación filosófica, por la constante preocupación de la realidad, vista con
              límpida pupila, no de literato sino de hombre. Así, mientras que la rabia
              de renovación a la cual tendía el movimiento de la Voce, era desenfrenada
              inquietud literaria entre sus amigos, en Amendola era problema espiri-
              tualmente sentido, tanto en línea filosófica como en línea histórica. Su
              obra de filósofo y particularmente los lineamientos de su sistema ético,
              como resultan de la serie de estudios publicados en 1911 en Anima —la
              revista que dirigió con Papini— están ahí para demostrarlo, ofreciendo al
              crítico la clave de toda la personalidad del futuro hombre político”.
                 Amendola, después de una actividad destacada de periodista polí-
              tico, que lo incorporó oficialmente en los rangos de la democracia, entró
              en el parlamento en 1919. Empezó entonces la carrera de político, que en
              dos ocasiones las cachiporras fascistas han querido cortar trágicamente.
              El Parlamento, del cual le tocó a Amendola formar parte, fue la tempes-
              tuosa asamblea a la que el sufragio italiano envió 156 diputados socia-
              listas y 101 diputados populares. 132  Amendola ocupó desde el primer


              132   Populares: pertenecientes al Partido del Centro o católico de Don Sturzo. (Ver el
                  ensayo de J. C. Mariátegui acerca de “La democracia católica”).


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