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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista
Su ilusión reside justamente en este concepto. La nueva demo-
cracia de Amendola es tan quimérica como la nueva libertad de Wilson.
Es siempre, en la forma y en el fondo, a pesar de cualquier superficial
apariencia, la misma democracia capitalista y burguesa que se siente
crujir, envejecida, en nuestra época. Amendola dice preferir el futuro
al pasado. Pero se niega a imaginar que el futuro de la humanidad y de
Italia no sea democrático. El pensamiento de Amendola es la expresión
de la recalcitrante mentalidad de una pequeña burguesía, sorda a todas
las notificaciones de la historia.
El fracasado experimento del Aventino podría, sin embargo, haber
sido una lección más eficaz para este rígido y honesto liberal. Contra el
método reaccionario, como ese experimento lo ha demostrado, el método
democrático no puede nada. Mussolini se ríe de las maniobras parlamen-
tarias. Para los diputados demasiado molestos, como Matteotti o como
Amendola, los camisas negras tienen armas bien tundentes. Amendola,
agredido y apaleado dos veces, lo sabe personal y eficientemente.
Instintivamente, Amendola ha sentido muchas de estas cosas.
El retiro de la oposición del parlamento fue un gesto de entonación y
virtualidad revolucionarias. Constituía la declaración de que contra
Mussolini no era ya posible batirse parlamentaria y legalmente. El
Aventino representaba la vía de la insurrección. Mas los diputados del
Aventino no tenían nada de revolucionarios. Su objetivo no era sino la
normalización. Su actitud secesionista se nutría de la esperanza de que, a
la simple maniobra de abandono del parlamento, la minoría bastase para
obligar a Mussolini a la rendición. Una vez desvanecida esta esperanza, a
toda esta gente no le ha quedado más remedio que decidirse a reingresar
melancólicamente en su Cámara.
No existe otro camino para los partidarios de la reforma y del
compromiso. A Amendola le cuesta un poco de trabajo explicárselo,
porque en él chocan su psicología de hombre de combate y su ideario
de fautor del parlamento. La impotencia en que se debate en Italia su
partido es la impotencia en que se debate, en todo el mundo, la vieja
democracia. En Amendola, es cierto, la democracia enseña el puño apre-
tado y enérgico. Pero no por eso es menos impotente.
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