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Mariátegui: política revolucionaria. Contribución a la crítica socialista


              Clemenceau y Lloyd George. Orlando tuvo al lado de estos tres esta-
              distas un rol secundario, anodino, intermitente y opaco. Su intervención
              se confinó en una sentimental defensa de los derechos de Italia. Wilson
              ambicionaba  seriamente  una  paz  edificada  sobre  sus  catorce  puntos
              y nutrida de su ideología democrática. Pero Clemenceau pugnaba por
              obtener una paz ventajosa para Francia, una paz dura, áspera, inexorable.
              Lloyd George era empujado en análogo sentido por la opinión inglesa.
              Sus  compromisos  eleccionarios  lo  forzaban  a  tratar  sin  clemencia,  a
              Alemania. Los pueblos de la Entente estaban demasiado perturbados por
              el placer y él delinquió de la victoria. Atravesaban un período de fiebre y de
              tensión nacionalistas. Su inteligencia estaba oscurecida por el pathos. 133
              Y, mientras Clemenceau y Lloyd George representaban a dos pueblos
              poseídos, morbosamente, por el deseo de expoliar y oprimir, a Alemania,
              Wilson no representaba a un pueblo realmente ganado a su doctrina, ni
              sólidamente mancomunado, con su beato y demagógico programa. A la
              mayoría del pueblo americano no le interesaba sino la liquidación más
              práctica y menos onerosa posible de la guerra. Tendía, por consiguiente,
              al abandono de todo lo que el programa wilsoniano tenía de idealista. El
              ambiente aliado, en suma, era adverso a una paz wilsoniana y altruista.
              Era un ambiente guerrero y truculento, cargado de odios, de rencores y de
              gases asfixiantes. Wilson mismo no podía sustraerse a la influencia y a la
              sugestión de la “atmósfera pantanosa de París”. El estado de ánimo aliado
              era agudamente hostil al programa wilsoniano de paz sin anexiones ni
              indemnizaciones. Además Wilson, como diplomático, como político, era
              asaz inferior a Clemenceau y a Lloyd George. La figura política de Wilson
              no sale muy bien parada del libro de Keynes. Keynes retrata la actitud de
              Wilson en la conferencia de la paz como una actitud mística, sacerdotal.
              Al lado de Lloyd George y de Clemenceau, cautos, redomados y sagaces
              estrategas de la política, Wilson resultaba un ingenuo maestro univer-
              sitario, un utopista y hierático presbiteriano. Wilson, finalmente, llevó
              a la conferencia de la paz principios generales, pero no ideas concretas
              respecto de su aplicación. Wilson no conocía las cuestiones europeas a
              las cuales estaban destinados sus principios. A los aliados les fue fácil,

              133   Pathos significa pasión, emoción viva, movimiento del ánimo.


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