Page 158 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos


               por esto, camuflar 134  y disfrazar de un ropaje idealista la solución que
               les convenía. Clemenceau y Lloyd George, ágiles y permeables, traba-
               jaban asistidos por un ejército de técnicos y de expertos. Wilson, rígido
               y hermético, no tenía casi contacto con su delegación. Ninguna persona
               de su entourage 135  ejercitaba influencia sobre su pensamiento. A veces
               una  redacción  astuta,  una  maniobra  gramatical,  bastó  para  esconder
               dentro de una cláusula de apariencia inocua una intención trascendente.
               Wilson no pudo defender su programa del torpedeamiento sigiloso de
               sus colegas de la conferencia.
                  Entre el programa wilsoniano y el Tratado de Versalles existe, por
               esta y otras razones, una contradicción sensible. El programa wilsoniano
               garantizaba a Alemania el respeto de su integridad territorial, le asegu-
               raba una paz sin multas ni indemnizaciones y proclamaba enfáticamente
               el derecho de los pueblos a disponer de ellos mismos. Y bien. El Tratado
               separa  de Alemania  la  región  del  Sarre,  habitada  por  seiscientos  mil
               teutones genuinos. Asigna a Polonia y Checoeslovaquia otras porciones
               de territorio alemán. Autoriza la ocupación durante quince años de la
               ribera izquierda del Rhin, donde habitan seis millones de alemanes. Y
               suministra a Francia pretexto para invadir las provincias del Ruhr e insta-
               larse en ellas. El Tratado niega a Austria, reducida a un pequeño Estado, el
               derecho de asociarse o incorporarse a Alemania. Austria no puede usar de
               este derecho sin el permiso de la Sociedad de las Naciones. Y la Sociedad
               de las Naciones no puede acordarle su permiso sino por unanimidad
               de votos. El Tratado obliga a Alemania, aparte de la reparación de los
               daños causados a poblaciones civiles y de la reconstrucción de ciudades
               y campos devastados, al reembolso de las pensiones de guerra de los
               países aliados. La despoja de todos sus bienes negociables, de sus colo-
               nias, de su cuenca carbonífera del Sarre, de su marina mercante y hasta
               de la propiedad privada de sus súbditos en territorio aliado. Le impone
               la entrega anual de una cantidad de carbón, equivalente a la diferencia
               entre la producción actual de las minas de carbón, francesas y la produc-
               ción de antes de la guerra. Y la constriñe a conceder, sin ningún derecho


               134   Enmascarar.
               135   Séquito.


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