Page 404 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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404  Rafael Ramón Castellanos



                 mando en todas partes, hace gemir al ciudadano por un absolu-
                 to olvido de las garantías y derechos”. Y Sucre formuló entonces
                 una proposición muy digna de su alto espíritu, pero destinada a
                 fracasar de manera rotunda porque se fundaba, si así puede de-
                 cirse, en el desconocimiento de condiciones que, por lo demás,
                 el propio Mariscal declaraba no poder apreciar debido a sus seis
                 años de ausencia de Colombia. 533
               El objetivo de una parte de la propuesta del Mariscal Sucre apuntaba

             a sacar del juego político a todos los altos jefes militares que en cuales-
             quiera de los Departamentos quisiesen incursionar en la Administra-
             ción Pública. Parra Pérez afirma lo siguiente:
               Sucre hizo notar que él también se excluía de toda opción al mando.
             Expuso otras consideraciones que dos de los comisionados venezolanos,
             Tovar y Fernández Peña hallaron “justas”, llegando el primero a mani-
             festar que la proposición podía adoptarse, pero agregaron ambos, sin

             embargo, que estaban persuadidos de que la fuerza no había interveni-
             do en los sucesos de Venezuela, sino -son palabras de Fernández Peña-
             “para auxiliar y proteger el pronunciamiento libre de los ciudadanos”.
             Por tanto -dijo Tovar-, “cualquier nombramiento que se hiciese ahora
             en Venezuela, aun cuando recayere en un militar, no sería portemor ni
             influjo, sino porque el pueblo lo creería así conveniente a sus intereses.
                   Mariño había dejado a sus colegas civiles el cuidado de respon-
                 der a una proposición que tan directamente le interesaba, por
                 ser el más antiguo de los generales en jefe, pero cuando creyó
                 llegado de dar la puntada final no vaciló en declararse cierto de
                 que en Venezuela “las autoridades que están encargadas de con-
                 servar el orden y no dejar deprimir su opinión no tienen aspira-
                 ción alguna fuera de la de llenar este deber sagrado y contribuir
                 a la libertad del pueblo; que ninguna persona convertiría allí en




             [ 533 ]_ Ídem, p. 95.
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