Page 99 - Guanipa-Endenantico
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Earle Herrera














            OBREROS DEL ÚLTIMO POZO


            A falta de patios sevillanos, mi infancia son recuerdos de un

            pozo petrolero, un morichal, un río. Me criaron y crecí entre
            balancines, mechurrios, taladros y el ulular de la sirena de
            la Mene Grande Oil Company. De mi padre guardo la ima-
            gen de su casco, botas de seguridad con punta de acero y
            aquel olor a crudo y gasoil con que regresaba cada tarde. Los

            mechurrios encandilaron mi adolescencia en las explanadas
            heridas de la Mesa de Guanipa. Supe del estallido de oleo-
            ductos, del obrero incinerado al lado del tanque, de las listas

            negras de la Oil Company.

                  Años después, conocí el caso de los petroespías. Los
            altos gerentes entonces no vistieron de negro ni marcharon

            contra la alta traición a la patria. Eran meritócratas aquellos
            tipos. Tenía 23 años y trabajaba como reportero de economía
            en un importante diario, cuando se desató una feroz campaña
            mediática contra la Ley de Nacionalización. Muchos “nómina
            mayor” estaban detrás y los obreros, como mi padre, con los

            pulmones vueltos mierda de tanto sacar barro negro de los
            tanques. Luego, decisión gerencial, les quitaron su tarjeta de




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