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Guanipa Endenantico
Donde el átomo cayó
Así son las cosas en El Tigre y El Tigrito; lo grandioso y lo
cotidiano se mezclan, las correrías de unos mozalbetes y el
imperialismo, la riqueza petrolera y el quiminduñe, la su-
perstición y las cápsulas atómicas extraviadas por ahí, el ran-
cho destartalado frente a los terrenos que compró el BTV y la
casa del arrabal desde donde se puede ver una obra cinética
de Cruz Diez, en plena sabana, bajo todas las intemperies.
La población tigrense estuvo bajo alarma atómica du-
rante varios meses. Esto es un lujo para una ciudad pequeña
de un país pequeño y subdesarrollado. El miedo nuclear era
hasta entonces exclusivo de los países industrializados y la
cienciaficción. Pero de pronto una empresa petrolera extravió
una cápsula atómica de las empleadas en sus actividades y
cundió la alarma: quien entre en contacto con ella, quedará en
el sitio, alertaban el periódico del pueblo y la emisora local.
Radio Bemba hacía el resto.
Los átomos perdidos trastocaron la tradición y la rutina.
Durante muchos años, el monopolio del miedo por la apacible
región lo ejercieron los fantasmas, casi sin competencia. Sabana
adentro, se podía morir por la mordedura de alguna serpiente,
nunca bajo la radioactividad de un extraño aparatico poco más
grande que un lapicero. Sin embargo, era así, aunque la gente le
siguiera teniendo más miedo al alacrán que al átomo.
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