Page 170 - Guanipa-Endenantico
P. 170
Guanipa Endenantico
la noche habían profanado la sepultura, abierto el ataúd y
penetrado en él, sin molestarse en sacarlo a la superficie. Allí
estaba el cadáver con su vestido roto, despedazado y allí ella,
en una como espeluznante inocencia inerte, en su otro destino,
negro como el primero pero no común como aquel, víctima
–porque los muertos también pueden ser víctimas– de las
aberraciones sexuales de quién sabe quién. El o los necrófilos
se habían saciado, ensañado. Una inscripción lúgubre que
quería ser desgarradora, dejaron grabada:
“No seguiré siendo esclavo de tu amor...”.
De los familiares no hablo, no los nombro, me sobra
respeto y me falta capacidad para describir ese dolor. Pero
el pueblo entero, como era natural, se volcó al cementerio.
Todavía no sale de su asombro, todavía habla del “caso”.
Todavía no puede callar, menos olvidar.
El Tigrito es un pueblo enclavado en la Mesa de
Guanipa, entre San Tomé y El Tigre, que creció lo que ha
podido crecer bajo el impulso aceitoso del petróleo, con el
martilleo de los taladros en los oídos y el horrendo ojo ciego
de los balancines fijo en sus ojos.
Un pueblo tranquilo, sano y trabajador, donde el asom-
bro es poco común porque todo sucede sin asombro, en una
suave rutina. Aquel caso, acontecimiento, suceso, qué sé yo,
era naturalmente superior a la capacidad de asombro del
170