Page 125 - Guanipa-Endenantico
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Earle Herrera
Se trata de relatos a saltos, sobre todo para que nadie
olvide. Sabemos que el poeta Caupolicán Ovalles, en tiempos
de Rómulo Betancourt, tuvo que salir del país por escribir
su poema titulado: “¿Duerme usted señor Presidente?” Ni la
poesía se salvaba. Sabemos que el ministro de Trabajo del
primer gobierno de Caldera, el doctor Alfredo Tarre Murzi,
convocó a una rueda de prensa para hacer una denuncia in-
sólita: la transnacional General Motor tenía unos calabozos
en su planta de Antímano, donde castigaban a los obreros de
mala conducta (mala conducta significaba querer sindicali-
zarse). Todos los medios asistieron a la rueda de prensa en la
sede de Pro Venezuela, pero ninguno publicó la denuncia del
ministro venezolano contra la transnacional. La excepción
fueron un diario de Maracay y el periódico Antorcha, de El
Tigre. Nuestro viejo amigo, luchador de toda la vida y perio-
dista revolucionario, Pedro Manuel Vásquez, calzó la denuncia
con su nombre. Bien que conocía de sus letras y columnas la
Mesa de Guanipa. Sabemos también que la primera dama de
la República en tiempo lusinchista, doña Gladys de Lusinchi,
dio una rueda de prensa y ningún medio publicó sus palabras.
La primera dama fue censurada desde Miraflores. Los medios
obedecieron, excepto El Nacional. El columnista Abelardo
Raidi, al comentar el hecho, ironizó: “Primera vez que se da
un tubazo con una rueda de prensa”.
Todos estos casos y tantos otros que harían intermi-
nable este discurso, hay que tenerlos en cuenta a la hora de
escribir y debatir sobre la libertad de expresión. Venezuela es
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