Page 305 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
refiere esta vecina del bloque 25, cuyo apartamento está
literalmente inservible desde aquel aguacero de balas.
—Disparaban con intervalos de veinte minutos, du-
rante media hora. Dos horas más tarde venía la andanada
de disparos. Mira ahora cómo quedó la hamaca, destro-
zada de tantos disparos, al igual que las paredes, televisor,
radio, lámparas…
Prosigue la señora Hernández narrando su aventura.
Advierte que después debieron pasar en el baño casi dos
días. Cocinaban, comían, dormían allí, hasta que, en un
descanso, se fueron a casa de unos familiares.
—Ese martes nos fuimos para la casa de los vecinos
de enfrente, cuyo apartamento está resguardado. Los mili-
tares subieron y con tanta saña entraron disparando, que lo-
graron que una piñata con la figura del Pato Donald cayera
desangrándose de caramelos y jugueticos. Confundieron
al pato con un francotirador.
—Entonces se molestaron, y volvieron a mostrarme la
lista amenazándome y señalando hacia la ambulancia que
estaba abajo, diciéndome «¿Estás viendo eso, vieja?, allí
vamos a meter muertos… puros muertos, si nos ayudas».
De toda esta balacera, Noraima Hernández, su hija,
resultó herida y convalece en casa de unos familiares en La
Quebradita. La señora Hernández, más tranquila ahora,
mira con preocupación los caramelos, aún esparcidos en el
cuarto. Por fortuna, no se hizo la fiesta.
DEL ZULIA A LA MUERTE
No han sido escasas las muertes registradas en el 23 de
Enero luego de la ola de saqueos y posterior dominio militar
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