Page 310 - Fricción y realidad en el Caracazo
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ficción y realidad en el caracazo
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El día parecía tranquilo. Estaba haciendo calor y ya me
daba flojera bajar a buscar chamba. Una vecina me prestó
el periódico y me puse a marcar las ofertas que me inte-
resaban. Quería algo como mensajero o chofer. Si todavía
tuviera la moto, no estaría pelando. Pero cogí suelo y la
perdí… bueno, la vendí regalada. Yo había hablado con
Magdalena y ella me prometió que iba a preguntarle a un
primo suyo que trabajaba en una línea de autobuses de
esos que viajan al interior, para ver si había un chance. Ese
era el trabajo que a mí me gustaba, porque lo mío es andar
en movimiento y no achantao en un solo sitio.
Pensaba en eso cuando pasó Fidelina con su chamo
para arriba. Me dijo que venía del Nuevo Circo y que allá
se iba a formar un zaperoco, porque la gente se atravesó en
la avenida Bolívar y no dejaba pasar los carros.
—Yo iba pa’ Guarenas, a visitar a una prima, pero los
choferes están cobrando lo que les da la gana y los pasajeros
se molestaron y comenzaron a protestar. Como a mí no me
gustan los líos y menos cuando ando con muchachos, mejor
me vine y voy pa’ Guarenas mañana —me dijo la Fide y a
mí me entraron ganas de ver lo que estaba pasando.
Entonces le dije a Chusmita que bajáramos y no quiso.
Chúo también me dijo que no. Le pregunté a un señor que
venía subiendo y me contestó que todo eso estaba trancado
y que la gente se estaba alzando. Fue cuando pasaron los
tanques de la Guardia Nacional por la autopista y ahí se
me aguó el guarapo. «La vaina como que está arrecha»,
pensé y le pedí prestado el radio al portugués pa’ escuchar
las noticias.
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