Page 313 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
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Los de abajo seguían insistiendo. Con señas, nos decían
que trancáramos el paso hacia la plaza Venezuela. Al prin-
cipio, la gente del cerro no hacía caso. Estaba como teme-
rosa. Pero luego vieron que de allá para acá ya no pasaban
carros y que los del otro lado empezaron a correr hacia el
distribuidor Jardín Botánico, comiéndose la flecha. Unos
iban despacio, otros desbocados y algunos en moto. Parece
que la policía había desviado el tránsito hacia la Bolívar
o el Teresa Carreño y por eso el otro lado de la autopista
se quedó solo. De todas formas, en el sitio de la toma se
quedó un montón de gente que nos gritaba para que ce-
rráramos la vía. Fue cuando varios del barrio se atrevieron
a bajar.
Primero tiraron un colchón viejo en la autopista y
los carros comenzaron a frenar. Después eso fue piedra
y palos, hasta que uno comenzó a prender cauchos que
otros echaban a rodar sobre la vía. Los carros frenaban
pero trataban de pasar, y uno de ellos se llevó por delante
un caucho prendido que soltó tremendo chispero. Entonces
los demás choferes empezaron a poner retroceso o a dar la
vuelta, mientras la gente del barrio tomaba la autopista. No
fue tan difícil y los del otro lado aplaudieron. El temor se
marchó y muchos decidieron bajar.
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Los niños iban primero y detrás las mujeres, que corrían
hacia el Jardín Botánico solo para curiosear. Yo me quedé
arriba, todavía con algo de miedo. Lo que hacía era ver
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