Page 304 - Fricción y realidad en el Caracazo
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ficción y realidad en el caracazo
que salía a comprar y regalaba a quien no tenía. Carlos,
el padre de un muchacho a quien tendrán que explicarle
ahora por qué lo mató un soldado. A él, reservista durante
cinco años en Panamá».
—Fue una muerte injusta, porque Carlos era bueno
y trabajador. Todos mis hijos me salieron buenos y Carlos
perseguía aquí a los malandros y drogómanos. La gente lo
quería…
Carmen García levanta su rostro. Confiesa haber atra-
vesado tres días interminables. No siente odio, «porque
aquí adentro no hay sino dolor». Y antes que su aparta-
mento se llene otra vez de lamentos se resigna en voz baja.
—Será que le llegó su hora…
DONALD, EL FRANCOTIRADOR
Son historias de humor y dolor las que se intercambian los
vecinos del 23 de Enero cada vez que van al abasto o se
montan en el ascensor. Resumen desde la planta baja al piso
trece la vida de la señora Luisa que le agujerearon el aparta-
mento a balazos y salió ilesa. Solo que una vez que regresó la
calma murió de un infarto. O el caso del poeta del 35 quien,
a la pregunta de un soldado, «qué llevas allí», abrió el morral
y dijo «mi única arma: un libro de poesía» y recibió un tiro
en el pie. O este relato, narrado aún con horror por la señora
Hernández, cuyas consecuencias pudieron ser peores:
«Yo estaba reposando en mi hamaca, cuando empezó
la plomazón del martes 28. Los tiros venían de una tan-
queta, y a los primeros disparos me lancé al suelo, agarré
a mis seis muchachos y gateando nos fuimos al aparta-
mento del vecino, luego de pasar varias horas en el baño»,
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