Page 11 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
Siendo verificables estos planteamientos, los investi-
gadores de la comunicación del llamado tercer mundo no
dejaban de observar y cuestionar que los medios de sus
propios países daban primacía a la violencia a la hora de
jerarquizar las informaciones. Son muchos los estudios que
desde distintas disciplinas se han realizado al respecto, fun-
damentalmente dirigidos a investigar las consecuencias en
la sociedad de esta práctica informativa y comunicacional.
No es nuestro propósito participar en la inagotable po-
lémica sobre los efectos de los mensajes de los medios, antes
bien, siendo la violencia un fenómeno social que forma
parte de nuestra realidad, independientemente de nuestros
deseos, buscamos indagar no solo en su incidencia en el pú-
blico receptor de los mensajes de los medios, sino también
en los emisores, en este caso, los periodistas. Específica-
mente en las distintas formas o géneros que estos usan para
tratar y enviar los mensajes con este tipo de contenidos, así
como los recursos periodísticos o lingüísticos que emplean.
¿Por qué se opta, por ejemplo, a la hora de dar a conocer
un suceso determinado, por el reportaje y no por la cró-
nica? ¿Por qué se narra el hecho en primera y no en tercera
persona? ¿Por qué a veces tomamos recursos del cuento o el
teatro y no nos limitamos a la escueta información piramidal
y «objetiva»?
Si los comunicadores sociales recurren en momentos
determinados de la vida en sociedad a los recursos de la li-
teratura para enriquecer o dar mayor eficacia a sus men-
sajes, del mismo modo los literatos, en circunstancias
específicas, fungen de cronistas de los días y nutren sus
creaciones de las fuentes inmediatas de la realidad. Sin
que el comunicador se convierta en literato en el sentido
estricto de la palabra, ni este último se vuelva reportero
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