Page 37 - El Credo de Aquiles Nazoa
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a tierra era una infinita pista de baile el día que
               Lnació Isadora Duncan. Su madre, al centro, en

               puntillas. Las danzantes enfermeras se acercaron
               desde los cuatro puntos cardinales, como gavio-

               tas planeando. El médico partero levitaba. Hacia
               el norte, los pies descalzos y el dorso desnudo,

               el marido correteaba a los cisnes. En el trópico, el
               bisabuelo de Tite Curet tarareaba:


                   Isadora, formó la liberación
                   Isadora Duncan, leyenda que no murió


                   No sé cómo llegó al santoral de Aquiles Nazoa,

               pero sí sospecho por qué. ¿Cómo una princesa
               de la danza se mete en el ritmo del Caribe y alza

               vuelo en el trópico? El gran compositor Tite Curet
               Alonso cuenta que a él le pidieron una canción so-

               bre Isadora Duncan, sin saber quién era la bailarina



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