Page 33 - El Credo de Aquiles Nazoa
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Como todos los niños, amó el circo, la mí-

               mica y la pantomima, al igual que Pablo Picasso,

               quien elevó al altar del arte cubista al arlequín de
               su pintura. Como el Aquiles Nazoa que se internó
               para siempre en el mundo maravilloso de Hans

               Christian Andersen. Charlot vivió toda su vida

               montando y desmontando sus carpas circenses y
               llevándolas por todos los lugares del mundo, como
               buen “hijo de las violetas y de los ratones”, según la

               visión encantada de Aquiles Nazoa.

                   Charlie Chaplin, Charlot, Carlitos, se quedó
               dormido para siempre el 25 de diciembre de 1977,
               en Suiza. Su féretro debió estar cubierto de vio-

               letas y el carro fúnebre lo han de haber tirado los

               mismos ratoncitos que arrastraban el coche de La
               Cenicienta. Dice el Credo de Aquiles que resucita
               cada día en el corazón de hombres y mujeres, ni-

               ñas y niños, y se queda girando por los siglos de los

               siglos en el espacio infinito, porque es un cuerpo
               celeste en materia y alma, un asteroide de verdad
               verdad: el Chaplin 3623. Allá va.









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