Page 31 - El Credo de Aquiles Nazoa
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Charles Chaplin no solo fue una estrella de la

               pantalla grande, también es un asteroide real que

               vaga por el espacio sideral. A las innumerables
               condecoraciones, títulos, placas, premios, bustos
               y estatuas con que lo honraron en todo el mundo,

               una reconocida científica ucraniana, la astrónoma

               Liudmila Karachkina, a unos de los 131 asteroides
               que descubrió curioseando con su telescopio por
               allá arriba, le puso por nombre “Chaplin 3623”, en

               honor cósmico (no cómico) del genio del cine y las

               artes. Es de todos, el premio más hermoso. Carlitos
               es un asteroide de verdad. Un astro. Quizás andu-
               vo detrás del hacedor de estrellas, como bautizó

               Aquiles Nazoa a nuestro humilde amolador de cu-

               chillos. Tal vez se coló entre esas chispas de la pie-
               dra mágica. A lo mejor pasó por tu lado, o el de tu
               padre, o el de tu abuela o abuelo… y no lo vieron.

               No se lo preguntes. Reclámaselo.

                   La decimonónica sociedad estadounidense lo
               acusó de inmoral por casarse varias veces, enamo-
               rarse siempre y empatarse a cada rato, en la realidad

               y la ficción. Lo imputaron de comunista por sus

               ideas progresistas, sus críticas al sistema capitalista



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