Page 32 - El Credo de Aquiles Nazoa
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y a la sociedad clasista. En autodefensa, se definió

               “traficante de la paz”. A lo mejor pecó al cruzar opi-

               niones con Bertolt Brecht y Pablo Picasso. El FBI
               le montó tremendo expediente y el fisco lo asedió
               con los impuestos. El macartismo lo persiguió con

               saña. Un día decidió irse bien lejos, agarró sus ma-

               cundales y sueños y se marchó a Suiza.
                   Todavía lo recuerdo cuando fue tragado y de-
               glutido por una enorme máquina en su película

               Tiempos modernos. Menos mal que resucitó, como

               Jesús, aunque no sé si al tercer día. Aquiles Nazoa
               lo reza así en su Credo:


                    Creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas
                    y de los ratones, que fue crucificado, muerto

                    y sepultado por el tiempo, pero que cada día
                    resucita en el corazón de los hombres.


                   De cierto, la gran maquinaria del tiempo moder-

               no no pudo acabar con la vida de Charlot. Lo salva-
               ron el arte y el amor porque, como bien ora Aquiles:


                    Creo en el amor y el arte como vías hacia el
                    disfrute de la vida perdurable.





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