Page 73 - El cantar del Catatumbo
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y el intercambio comercial entre Brasil y Venezuela, con
la conciencia de que el desarrollo de las redes viales es
crucial para acelerar la integración de nuestros países.
Al llegar a Tambaquito se ve un pequeño barrio donde
ahora habitan familias de pueblos originarios, suplan-
tando una casa comunal donde vivían hacinados.
Me recibe Ilisney Orta, una mujer que desde hace
años viene trabajando en la región y aportando valiosos
estudios sobre las comunidades del Orinoco. Con ella y
un grupo integrado por el poeta Edgard Milano, cronista
y promotor cultural, César Colón, que está a cargo de la
imprenta de la Red de Escritores, y José Rojas, el alegre
timonel de la lancha que nos llevará durante varios días
por los caños del Orinoco, emprendemos la navegación
por ese paisaje alucinado, rumbo al primero de los po-
blados: Aguaraymuyo.
Allí me entrevisto con un grupo de docentes que im-
parten clases a los niños de su comunidad en una escuela
de la ribera. Maestros entregados a fondo a su tarea en
parajes asediados por la selva, trabajando con los pocos
recursos que obtienen en esas latitudes alejadas de los
centros del progreso.
En las cercanías se alzan las instalaciones algo dete-
rioradas que abandonó hace tiempo una comunidad de
religiosos. Estas podrían, me atrevo a sugerir con cau-
teloso entusiasmo, aprovecharse para levantar un centro
cultural que contribuya a acrecentar el memorial de sus
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