Page 178 - De mi propia mano
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de ud.; el partido ministerial en el congreso dice que estando el ejecutivo
                 facultado para todo, según un decreto de febrero, toca a él practicar cuantas
                 diligencias y medidas sean necesarias para salvar el país, entre las cuales
                 entra la venida de ud. las razones que en pro y en contra de las atribu-
                 ciones respectivas de estos cuerpos se han alegado podrá ud. calcularlas;
                 lo cierto es que nadie, nadie dice que no deba llamársele, todos están de
                 acuerdo que es un paso indispensable y urgente. Sobre tales debates que
                 duran desde el lunes hasta hoy viernes, hay las conjeturas que quieren darle:
                 dicen que el Congreso quiere ser el que llame a Ud. para que en todo caso lo
                 sostenga, y dicen lo mismo que quiere ser el Presidente el que lo haga venir
                 para que se sostenga en todo caso la Administración actual. hoy parece que
                 iba a decidirse el asunto de un modo definitivo en el congreso, pero ya el
                 presidente se ha adelantado, si es que dirigió la nota de que él me habló
                 anoche por el “Prosperino”. anoche estuvo un congresista en casa, que
                 fue enemigo nuestro antes y es ahora decidido por la venida de ud. como
                 único recurso para salvar el país. Él me impuso de todo.
                    hoy fue heres casa de la Mar y éste en su conversación le dijo que no
                 había ningún partido que esperar si ud. no se resolvía venir a encargarse
                 de la dirección de la guerra; que cualquiera que fuera la fuerza del ejército,
                 los españoles la batirían, no habiendo una cabeza que dirigiese la guerra y
                 ellos sí la tenían: que cualquiera que se encargase del poder ejecutivo no
                 teniendo ni bastante reputación ni bastante firmeza, y obligado a deber
                 su elevación a algún partido, continuarían las divisiones, los celos y las
                 discordias, y no podría conservar moral en el ejército teniendo que guar-
                 dar condescendencia con los que lo habían elevado; mientras ud. a nadie
                 debía sino a sí mismo estar colocado a la cabeza de los negocios militares,
                 por un voto bien pronunciado de las cuatro divisiones del ejército unido.
                 Se aventuró a decir que en su opinión los españoles entrarían con ud. en
                 una transacción, en tanto que él no creía que la aceptasen con nadie, por
                 no considerar suficientes garantías en otro, y en ud. hesitaba su firma; y
                 dijo, en fin, que él sabía cosas que sólo podía decir a ud. en persona, o
                 llevarlas al sepulcro, y que por manifestarlas a ud. no se iba a chile donde
                 los médicos le han mandado ir para restablecerse. he dicho a heres que
                 escriba todo esto a ud. más menudamente. No dudo que la Mar ha sido


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