Page 176 - De mi propia mano
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nuestra conservación y nuestra gloria. el presidente volvió luego la con-
                 ferencia preguntándome qué instrucciones tenemos nosotros respecto al
                 orden interior del Perú, y contesté: que no mezclarnos en ningún asunto
                 ni en ningún partido, puesto que los peruanos debían arreglarse entre sí, y
                 los auxiliares batirse con los españoles. Él me habló entonces más franca-
                 mente y me dijo que había algunos descontentos y un partido contrario en
                 el congreso; que había aquí una carta del general San Martín en que decía
                 que no podía permanecer en una vida privada, induciendo por tanto a sus
                 amigos a ser llamado: respondí que pues me hablaba con tal franqueza le
                 retribuiría diciéndole que nada sería más desagradable para nosotros que
                 el general San Martín fuere nunca el jefe del gobierno del Perú, puesto
                 que este señor, sin saber colombia cómo ni por qué, nos declaró una vez
                 la guerra, y que por tanto su administración siempre sería opuesta a los
                 intereses de nuestra República. Me despedí de S.e. y un rato después vino
                 el general Santa cruz a casa y me dijo que no se había verificado la junta
                 por la falta de nuestra concurrencia, y continuó hablándome sobre todas
                 las mismas cosas de Riva agüero, así para que Valdés o yo tomásemos el
                 mando del ejército, como sobre nuestra conducta respecto al orden inte-
                 rior del Perú. Siempre le respondí lo mismo y después de dos horas de
                 conferencia en que no adelantó más que esto se despidió poco satisfecho
                 y contento, pero más íntimamente o más sinceramente persuadido de la
                 necesidad de llamarlo a ud., sea como fuere: me citó para esta noche a
                 otra conferencia casa del presidente. yo siempre les manifestaré que no
                 hay otra esperanza que es ud., pero que para llamarlo vean de hacerlo con
                 la dignidad debida y con la amplitud de facultades de que necesita para
                 hacer una campaña activa y de provecho.
                    entretanto le diré a ud. que yo pienso que una mano capaz y una cabeza
                 buena podrían terminar la campaña del Perú. ahora existen seis batallones
                 peruanos con una fuerza de 4.000 o 4.500 hombres, entre los cuales hay
                 sobre 3.000 buenos y cinco escuadrones con 700 o más hombres, entre los
                 cuales hay la mitad bastante buenos; entre 2.000 argentinos y chilenos hay
                 1.500 infantes buenos, y de los 500 de caballería 300 granaderos son buenos,
                 aunque tienen el mal de haber sido corridos recientemente. la división
                 de colombia tiene buenos dos tercios de su fuerza como veteranos, pero


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