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11- La revolución contra El Capital
En la Unión Soviética, con Bujarin como pionero, antes de la consolidación
del estalinismo y desde el poder estatal se instituyó el planteo que sostenía
que la Gran Revolución Socialista de Octubre no hizo más que conf rmar las
conclusiones teóricas del marxismo-leninismo y que el proceso revolucionario
respondía, sin más, a las leyes objetivas comunes del progreso social. Se trataba
de una inmensa falacia.
A partir de razones muy similares a las del Che y a las del Subcomandante
Marcos, aunque muchos años antes que ellos, Gramsci af rmó que la
Revolución Rusa era una revolución “contra El Capital” desde las páginas
del periódico Avanti. Una revolución contra el orden del capitalismo. Sí,
por supuesto. Sobre esto no caben discusiones. Pero también una revo-
lución contra un modo de decodif car la obra de Marx y sus leyes de la
economía política. En su célebre artículo, Gramsci recordaba que, en Rusia,
El Capital era el libro de los burgueses. Por cierto, en la última década del
siglo xix, algunos funcionarios del gobierno imperial ruso pensaron que era
conveniente difundir obras marxistas para contrarrestar la inf uencia de los
populistas. Gramsci, en las antípodas de un Plejanov, comprendía y reivindi-
caba los gestos y procedimientos de los y las bolcheviques que los llevaban a
renegar de algunas af rmaciones de El Capital para recuperar el pensamiento
inmanente y vivif cador del marxismo. Poco después, en Historia y conciencia
de clase, Lukács llevó esta postura prácticamente al paroxismo, otorgándole
la primacía a la voluntad revolucionaria.
“Contra El Capital” también venía a recordar que Marx, en su obra cien-
tíf ca más importante, había puesto el foco en las tendencias del proceso de
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