Page 86 - Carabobo Bajo Palabra
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86 earle Herrera



                Digamos, para los más jóvenes, que Andrés Eloy Blanco es conside-
             rado por la crítica como un poeta popular. De cierto, le cantó a nuestra
             geografía, a sus personajes típicos, a sus costumbres y tradiciones. Pron-
             to sus corridos, décimas, coplas y palabreos andarían de boca en boca
             de su pueblo. Pero también su poesía le cantó a nuestra historia y a sus
             próceres. Por eso lo buscamos en Carabobo, donde su verbo atiza «la
             danza del fuego».

                Desde Borinquén, la subyugada Puerto Rico por dos imperios que
             turnan su ignominia, la voz de la mujer llega en la poeta Julia de Bur-
             gos, para quien Bolívar vive, como vive su espada:

                 Cuatro estrellas que se encienden en estrellas libertarias
                 ensartadas como perlas milenarias
                 en tu América se ven.
                 Boyacá con Carabobo-Carabobo con Junín-
                 y Junín con Ayacucho —resonancias de tu ser.
                 (…)
                 Vive, América, Bolívar,
                 y también vive tu espada
                 mientras haya un solo esclavo que te ultraje
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                 o un tirano que pretenda profanar la libertad .
                Aquí las batallas que junto a Carabobo trajeron la libertad al con-
             tinente, como en la Venezuela heroica de Eduardo Blanco, las bata-
             llas que en tierra venezolana condujeron a Carabobo y a la libertad
             de la patria natal de Bolívar: Venezuela. Al final, la poeta conjuga
             el verbo vivir en presente porque eso es Carabobo: presente vivo y
             palpitante. La espada del héroe vive y lo cantan los poetas, como
             César Rengifo en Esa espiga sembrada en Carabobo porque, mientras




             [78]_ Julia de Burgos, «A Simón Bolívar», en Un canto a Bolívar…, ob cit., p. 137.
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