Page 688 - De Angostura a Colombia EL COMBATE POR LA LIBERTAD Y UNA MAGNA REPÚBLICA EN 1819
P. 688
686 NelsoN GuzmáN
La fuerza de la discursividad
Miguel Peña, en aquellos farragosos días bogotanos, fue desconocido
por el ala santanderista. Peña se negó a aceptar la sentencia que reca-
yó sobre Leonel Infante, a quien se le acusó del crimen del teniente
Francisco Perdomo. De los seis jueces, tres votarían por su muerte, dos
por su absolución y un tercero por el presidio. Para Peña la sentencia
no podía considerarse como definitiva para ejecutarlo; el fallo, aunque
condenatorio, no contaba con la unanimidad.
El odio de los magistrados santanderistas procedió arbitrariamente a
instrumentar este fallo, y más aún a enjuiciar a Miguel Peña en la Corte.
Los alegatos de Peña dejan ver las oscuras fuerzas que comenzaban a le-
vantarse en Bogotá contra el Departamento de Venezuela y sus hombres:
Fue inútil tanta elocuencia. El senado, considerando que la
obstinada resistencia del doctor Peña a firmar el fallo del proceso
de Infante (…) le condenó a la suspensión del empleo de mi-
nistro de la Alta Corte por el término de un año, descontándose
de su sueldo el que se pagase al sustituto. (Gil Fortoul, 1978).
Miguel Peña fue una figura controversialmente oscura para Venezue-
la. Manejó los proventos de esta nación como le dio la gana; ejerció
influencia en José Antonio Páez. Después de la humillación que recibió
en Bogotá regresó al departamento de Venezuela, sin duda envenenado,
estaba convencido que se debía separar al departamento de Venezuela
de Colombia la Grande. Inyectando veneno aquí y allá logró que Páez,
súbdito de la oligarquía conservadora, decidiera en el Congreso de Va-
lencia retirar a Venezuela de los intereses neogranadinos. Bolívar, figura
central para la constitución de Colombia no pudo amalgamarla como
quería. La independencia del Perú requirió de sus servicios, Santander
había quedado al mando. Se impuso el cabildeo palaciego y la mala fe
de un hombre que no guardaba lealtad hacia el Libertador.