Page 691 - De Angostura a Colombia EL COMBATE POR LA LIBERTAD Y UNA MAGNA REPÚBLICA EN 1819
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          británicos. Nuestros acreedores en Londres estaban pendientes de que
          Colombia honrara sus deudas.
            Los conatos belicosos de los caudillos conservadores estaban encami-
          nados a encender de nuevo la pradera para que comenzara la guerra. La

          ambición de España era apropiarse de nuevo de las tierras americanas,
          todos estos contratiempos imposibilitaban que se desarrollase una eco-
          nomía fuerte. Al interior de Colombia las disputas se habían exacerba-
          do. Bolivia, de reciente creación como república, era atacada por los
          descontentos, por los que consideraban que esas eran tierras del Perú. El

          departamento de Quito tenía su caudillo y ese era Obando. Venezuela,
          por su parte, preparaba La Cosiata, Páez era una voluntad indoblegable,
          todas las consideraciones de Bolívar no bastaban para que se conservase
          la paz. La dialéctica del reconocimiento fracasó en todas partes.
            Bolívar había emergido de aquella larga contienda —que significó

          la independencia de cinco países de América Meridional— como un
          conocedor de los apetitos de los tenientes y líderes de Colombia. Sus
          pretensiones económicas solo tendían al enriquecimiento personal. La
          república fue asediada por los acreedores ingleses, cada quien procuraba
          formar tienda aparte, se comenzaban a esbozar los futuros caudillismos

          surgidos en la segunda mitad del siglo XIX. Bolívar había dicho: “Yo
          temo más la paz que la guerra”. Sabía que en el alma de muchos el in-
          terés era crematístico.
            De hecho, desde un principio los patriotas en el propio escenario de
          batalla —frente a los enemigos de la república— manifestaron sus riva-

          lidades, sus ambiciones, sus cosmovisiones. En Venezuela se dio el caso
          de Piar, su fusilamiento ha puesto en un camino difícil la interpretación
          de aquel hecho. Los defensores de Bolívar lo consideraron un acierto
          del Libertador, mientras otros historiadores lo evalúan como un hecho
          injustificable y sin par.
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