Page 391 - De Angostura a Colombia EL COMBATE POR LA LIBERTAD Y UNA MAGNA REPÚBLICA EN 1819
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El Congreso de Angostura entregó a Bolívar una presidencia con
amplias atribuciones y aprobó casi a cabalidad su proyecto de Cons-
titución, contrario al deseo de algunas individualidades que aspiraron
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restablecer la Carta Federal de 1811 . Además, por medio de este poder
representativo pudo el Libertador dar legitimidad y estructura primaria
a un Estado que en pocos meses se tornaría más extenso y complejo con
la creación de la República de Colombia.
El 1º de octubre de 1818, un año y tres meses después de la toma de
Angostura, Simón Bolívar, Jefe Supremo de la República de Venezuela
y Capitán General de sus Ejércitos propuso al Consejo de Estado con-
vocar un Congreso Soberano, considerando que:
…aunque el momento no ha llegado en que nuestra afligida
Patria goce de la tranquilidad que se requiere para deliberar con
inteligencia y acierto, podemos, sin embargo, anticipar todos
los pasos que aceleren la marcha de la restauración de nuestras
instituciones republicanas .
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[9]_ El intento más claro fue con el Congreso de Cariaco, denominado despecti-
vamente por la historiografía bolivariana como “El Congresillo de Cariaco”. Esta
asamblea, celebrada en mayo de 1817, restableció de forma fugaz el gobierno de
1811, pero también cuestionó el mando único de Bolívar. El promotor mayor fue
el sacerdote Madariaga, recordado por los hechos del 19 de abril de 1810, a quien
se le unió el general Mariño y otras personalidades civiles y militares. Sin embargo,
el régimen establecido encontró poco asidero entre el grueso de la oficialidad. El
Libertador escribiría a Martín Tovar Ponte, uno de sus más antiguos amigos, el 6
de agosto de 1817: “El canónigo restableció el gobierno que tú deseas y ha durado
tanto como casabe en caldo caliente. Nadie lo ha atacado y él se ha disuelto por sí
mismo. En Margarita lo desobedecieron; en Carúpano lo quisieron prender; a bor-
do lo quisieron poner en un cañón, se entiende para llevar azotes; aquí ha llegado,
y aún no le he visto la cara porque los individuos se dispersaron, no de miedo sino
de vergüenza de que los muchachos lo silbasen… Aquí no manda el que quiere sino
el que puede”.
[10]_ Discurso del Jefe Supremo en la sesión del Consejo de Estado, del 1º de octubre
de 1818.