Page 366 - De Angostura a Colombia EL COMBATE POR LA LIBERTAD Y UNA MAGNA REPÚBLICA EN 1819
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             acceso al lugar, la salubridad del terreno, la abundancia y bondad de
             los alimentos, etc.
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               La Cámara de Educación tendría atribuciones para el nombramiento
             de los institutores y directores de planteles, quienes serían los hombres

             “más virtuosos y sabios” . Años más tarde, diría en Instrucción Pública:
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                   El director de una escuela, es decir, el hombre generoso y
                 amante de la patria, que sacrificando su reposo y su libertad
                 se consagra al penoso ejercicio de crearle ciudadanos al Estado
                 que le defiendan, le ilustren, le santifiquen, le embellezcan, y
                 le engendren otros tan dignos como él, es sin duda benemérito
                 de la patria: merece la veneración del pueblo y el aprecio del
                 gobierno. Él debe alentarle, y concederle distinciones honrosas.
                 Claro está, que no hablo de los que llaman maestros de escuela:
                 es decir, de aquellos hombres comunes, que armados del azote,
                 de un ceño tétrico, y de una declamación perpetua, ofrecen más
                 bien la imagen de Plutón que la de un filósofo benigno. Aquí se
                 enseñan más preocupaciones que verdades: es la escuela de los
                 espíritus serviles, donde se aprende con otros vicios el disimulo
                 y la hipocresía, y donde el miedo no permite al corazón el goce
                 de otra sensación. Fuera semejantes tiranos: que vayan a Sala-
                 manca que allí tendrán un lugar. El Gobierno debe proceder
                 como hasta aquí: elegir entre la multitud, no un sabio, pero sí
                 un hombre distinguido por su educación, por la pureza de sus
                 costumbres, por la naturalidad de sus modales, jovial, accesible,
                 dócil, franco, en fin, en quien se encuentre mucho que imitar y
                 poco que corregir. Formar el espíritu y el corazón de la juven-
                 tud, he aquí la ciencia del director: este es su fin. Cuando su
                 prudencia y habilidad llegaron a grabar en el alma de los niños
                 los principios cardinales de la virtud, y del honor .
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             [37]_ Artículo 9º. Idem.
             [38]_ Minci (2009). Antología Simón Bolívar. Instrucción Pública, pp. 25, 26 y 27.
             [39]_ Minci (2009). Op. cit, pp. 25, 26 y 27.
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