Page 9 - David contra Goliat
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[Néstor Kohan] DAVID CONTRA GOLIAT
todos los colaboradores extranjeros los estadounidenses brillaron por
su ausencia. Jamás aparece mencionado ninguno en partes militares o
crónicas de época. En cuanto a los soldados británicos, nunca tuvieron
el lugar central que la literatura historiográfica eurocéntrica pretende
atribuirles. En su libro Historia de la nación latinoamericana, Abelardo
Ramos, señala que la legión británica llegó a contar en América como
máximo con 1.200 soldados. A su lado iban los irlandeses. Según Pedro
Scaron y Ramos, en las guerras de independencia combatieron al lado
de Bolívar, en total, no más de 6.000 europeos (aunque Scaron aclara
que la cantidad de extranjeros que lucharon junto a Bolívar en cada
momento fue siempre mucho menor. España envió en total 100.000
soldados contra la revolución latinoamericana. En los ejércitos rea-
listas los españoles eran minoría; en Ayacucho el 80% de los realistas
vencidos eran criollos reclutados). Según Scaron, los británicos com-
batían en América “por la libertad” y... por una buena paga, promesas
de tierras y 500 pesos fuertes al terminar la guerra. Según Waldo
Frank, los legionarios británicos se emborrachaban, insultaban a los
negros, pardos y mestizos; se quejaban de la comida y reclamaban gri-
tando pagas y ascensos. Cerca de Santa Marta, un regimiento irlandés
fusiló a sus oficiales y se embarcó a Jamaica, luego de haber saqueado
todo. Los británicos se amotinaron en Margarita y Barcelona. Por eso,
Bolívar prohibió el reclutamiento de soldados europeos, conservando
a los buenos, como el británico Sandes, los polacos Sisakowski y Fle-
gel, el sueco Adlercreutz, el italiano Codazzi y el alemán Uslar junto
a O`Leary y Fergusson. Sobre los irlandeses en la Guajira, Bolívar es-
cribió a Montilla: “Nada de lo que usted me dice de la legión irlandesa me
sorprende. Todo puede esperarse de criados que no matan si no reciben su
paga. Son como cortesanas que no se entregan antes de obtener su dinero”.
Aunque algunos tuvieron conducta ejemplar, como James Rooke
(irlandés muerto en Tunja); otros fueron un dolor de cabeza. Abella
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