Page 4 - David contra Goliat
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Colección
                                                            Herederos de Bolívar
         BOLÍVAR ANTE LA “NEUTRALIDAD”
                               DE EE.UU.


          n medio de una lucha prolongada contra el imperio, Bolívar, con
      Eun ojo en la política doméstica y el otro en la correlación de fuer-
       zas internacional, reflexiona sobre el papel ambivalente de los Esta-
       dos Unidos. La gran potencia del norte habla con grandilocuencia de
       libertad, escribe de libertad, legisla sobre la libertad, hace propagan-
       da sobre la libertad, pero… en la práctica no apoya a los republicanos
       latinoamericanos que luchan contra un imperio absolutista. Incluso
       entregan armas a las fuerzas españolas. No será la primera vez en la
       historia que los políticos y la elite gobernante de Estados Unidos di-
       cen una cosa y hacen exactamente lo contrario.

          Como recuerda Juvenal Herrera Torres, el presidente Madison, el
       mismo que había manifestado tramposamente en su mensaje anual de
       1811 que miraba “con amistoso interés el establecimiento de soberanías
       independientes por las provincias hispanas en América”, “cuando esas pro-
       vincias hayan logrado la condición de naciones” para establecer con ellas
       “aquellas relaciones amistosas y comerciales”, fue quien propuso una
       nueva ley de neutralidad aprobada por el congreso de los EE.UU. el
       3 de marzo de 1817, según la cual, toda persona que transportara ar-
       mas hacia un Estado de Nuestra América, sería castigada con 10 años
       de cárcel y 10.000 dólares de multa. Esta ley, que el mismo Jefferson
       aceptó que no fue del agrado del pueblo norteamericano, impedía a
       los ciudadanos de aquel país, apoyar la revolución hispanoamericana.
       Nuestra independencia no podía ser respaldada ni por el gobierno
       ni por los individuos de los EE.UU. España les pagó por la expedición
       de aquella ley, cediéndoles la península de La Florida. El presidente
       Monroe ratificó dicha ley en su mensaje al Congreso en diciembre de
       1818. Una trayectoria consecuente.

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