Page 33 - David contra Goliat
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[Néstor Kohan] DAVID CONTRA GOLIAT

          del tráfico de esclavos”. En sus “considerandos” sobre la suerte de los
          esclavos, los convencionales no tienen vergüenza en afirmar que: “se
          debe realizar extinguiendo gradualmente la esclavitud; de modo que sin
          comprometer la tranquilidad pública, ni vulnerar los derechos que verda-
          deramente tengan los propietarios”. En su Artículo segundo esa vergon-
          zosa ley sostiene que “Los dueños de esclavas tendrán la obligación preci-
          sa de educar, vestir y alimentar a los hijos de éstas, que nazcan desde el día
          de la publicación de la ley; pero ellos, en recompensa, deberán indemnizar
          a los amos de sus madres los gastos impedidos en su crianza con sus obras
          y servicios, que les prestarán hasta la edad de diez y ocho años cumplidos”.
          Esas normas jurídicas, hipócritas y falsamente liberales, repletas de
          artilugios para dejar todo como estaba antes de la emancipación de
          España, constituyen una excelente síntesis de las contradicciones de
          los procesos de independencia, con líderes político-militares como
          Bolívar o San Martín, partidarios de la emancipación total y completa
          de los esclavos y la liberación de la servidumbre indígena, y los abo-
          gados y políticos propietarios de esclavos, dueños de plantaciones y
          latifundios, burgueses y terratenientes más inclinados a defender sus
          propiedades y el viejo statu quo colonial que a extender socialmente
          la revolución que se ganaba en los campos de batalla.

            No resulta casual que los norteamericanos apoyen la constitución
          de Cúcuta, al igual que Santander (su principal gestor), mientras Bolí-
          var reitera una y otra vez sus quejas y críticas amargas. La constitución
          sancionada en Cúcuta se inscribía en la perspectiva jurídica nortea-
          mericana en la cual la democracia formal convivía sin ningún problema
          con la esclavitud, la institución más odiosa que ha conocido la huma-
          nidad. Por eso cuando las campanas de la capital granadina fueron sa-
          cudidas para anunciar y festejar la nueva Constitución Simón Bolívar
          expresó: “Doblan por la muerte de Colombia”... En medio de esas con-
          tradicciones, tiras y aflojes y disputas políticas por el rumbo social de

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