Page 16 - América Latina. Huellas y retos del ciclo progresista
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hegemonía continental que implicó importantes transformaciones
            en los entramados sociales (en algunos países tibias y parciales, en
            otros más profundas), con el denominador común del rescate del
            rol del Estado como regulador de la gestión económica. Al calor
            de estos procesos, germinó una inédita arquitectura de integra-
            ción regional que permitió recuperar ciertas dosis de soberanía
            y reformular el vínculo de sumisión con la Casa Blanca. Estados
            Unidos perdió capacidad de maniobra en su “patio trasero”, debi-
            litamiento de poder que tuvo como clímax el “entierro” al ALCA
            en 2005 en Mar del Plata.
             Después de una década de múltiples conquistas y permanentes
            victorias electorales, apalancada por una robusta bonanza eco-
            nómica (principalmente por los precios de las materias primas
            de exportación), en 2013-2014 empiezan a sentirse los primeros
            síntomas de agotamiento de este impulso. Aunque no de manera
            uniforme ni lineal, el ciclo progresista entra en una fase de turbu-
            lencias, anticipada por los golpes en Honduras (2009) y Paraguay
            (2012). Y los organismos paridos (ALBA, Unasur, Celac) empie-
            zan a sufrir una suerte de parálisis. La muerte de Chávez, el 5 de
            marzo de 2013, deja a la integración regional sin su principal mo-
            tor y huérfana de liderazgo. La debacle se va acentuando con los
            primeros reveses en las urnas: en febrero de 2014, la oposición
            ecuatoriana conquista las alcaldías de Quito y Cuenca y retiene
            la de Guayaquil, las tres principales ciudades; luego se dan, en el
            último tramo de 2015, las derrotas del kirchnerismo en Argentina
            y del gobierno venezolano en las legislativas; y en febrero de 2016,
            Evo Morales pierde el referendo para reformar la Constitución y
            poder repostularse a un cuarto mandato. La conspiración político-
            judicial-mediática de la élite brasileña, que culmina con el golpe
            parlamentario que destituyó a Dilma Rousseff en agosto de 2016,
            de notorio impacto regional, se erige en el gran garrotazo que ra-
            tifica el cambio en la correlación de fuerzas y la reconfiguración
            del escenario geopolítico en América Latina.
             Sin embargo, el ajustado triunfo del oficialismo en Ecuador en la
            segunda vuelta realizada el 2 de abril de 2017, que lleva a la presi-
            dencia a Lenín Moreno y le da continuidad a la Revolución Ciuda-
            dana luego de una década liderada por Rafael Correa, logra reoxi-
            genar al espacio progresista regional. A la vez, le quita argumentos
            a quienes ya decretaron el certificado de defunción del ciclo y au-
            guran como inexorable un dominio completo de las derechas en
            todo el territorio latinoamericano.


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