Page 40 - Yo quiero ser como ellos
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NELSON MANDELA DESDE NOSOTROS
La leyenda, o mejor, las leyendas de los héroes y personajes
históricos terminan por escamotear su historia; lanzan sobre su
vida y obra un manto de neblina que dificulta aproximarnos a ellos,
mirarlos y captarlos en su auténtica dimensión humana. En esa
encrucijada, cada quien busca uno o muchos caminos para llegar
al ser de carne y hueso que, un día, como decir, una vida, no fue
mito ni leyenda, sino hombre o mujer. En auxilio del historiador
que no disipa las neblinas, vienen la poesía, la música, el teatro, la
narrativa, la pintura, el cine o el humilde testimonio oral que desde
tiempos inmemoriales busca perpetuar la memoria colectiva.
Nelson Mandela está allí y no está. Todavía su leyenda no
supera su gloriosa y admirables vida, ni el mito nos lo roba. Con
su nobleza y humildad, él se encargó de que eso no ocurriera.
Pero a diferencia de los héroes de otros siglos, Nelson Mandela
nació y vivió en una centuria en la que la supernova de la Aldea
Global empezó a engullirse la Galaxia de Gutenberg. Me explico:
la vida de Mandela transcurre en la era de las comunicaciones,
de la cultura de masas, de la industria cultural sin fronteras, de
ese frenético periplo que va desde viejo telégrafo hasta el vértigo
de las llamadas redes sociales. Luego, los hombres y mujeres de
los siglos XX y XXI tuvimos el privilegio de ser contemporáneos
del Mandela de carne y hueso pero, también, del Mandela que
los mass media intentan sacar de su propia historia. El Mandela
héroe mediático no es el mismo Mandela que, hasta 2008, fue un
peligroso terrorista para los medios de Occidente.
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