Page 35 - Yo quiero ser como ellos
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oligarquía estéril (Fedecámaras), la jerarquía eclesiástica y los amos
            de los medios.

                 El poder mediático, consciente de la decadencia e inminente
            quiebra de su modelo puntofijista, primero quiso atraer a Hugo Chávez
            hacia su área de influencia. Al no lograrlo, se declaró abierto enemigo
            de la Revolución Bolivariana. Los medios desplazaron a los viejos
            partidos y asumieron la conducción política de la oposición. El saldo
            de esa dirección es conocido: golpe de abril de 2002, toma militar
            de Plaza Altamira, sabotaje petrolero 2002-2003, guarimbas,
            abortado referéndum consultivo, abstención parlamentaria 2005 y
            18 derrotas electorales. Por supuesto, a la hora de facturar debacles
            y derrotas, los grandes medios hacen mutis y se las endosan a los
            partidos opositores, a los meritócratas petroleros y a los militares
            golpistas de la Carmonada.

                 Es obvio que, para quienes intentaron derrocar a Chávez
            por varias vías y fallaron en todas, el Gobierno del Comandante
            Presidente no tuvo logro alguno, mucho menos en el campo en
            el que fue y es más exitoso: el social. Negar, omitir, distorsionar,
            tergiversar y mentir son los mecanismos de información empleados
            por los medios radioeléctricos e impresos para ocultar y hacer
            invisibles las metas alcanzadas por la Revolución Bolivariana.


                 Hubo un escandaloso silencio mediático cuestionado en
            Venezuela y el mundo: ocurrió el 12 y 13 de abril de 2002, cuando
            el pueblo venezolano y la Fuerza Armada revirtieron el golpe de
            Estado que, por 48 horas, derrocara al presidente Chávez y se
            hiciera del poder. Las corporaciones mediáticas, ante la avalancha
            de las críticas por esa página negra que escribieron para la
            historia del periodismo, afinaron sus métodos y técnicas. El veto
            y la censura a las obras de la revolución se podían aplicar sin que
            parecieran ni veto ni censura. Lo que parece un juego de palabras
            sólo devela un juego del cinismo mediático.


                 De nada valdrían los índices de desarrollo humano
            alcanzados por Venezuela y certificados por organismo de las



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