Page 16 - Vida ejemplar de Simón Bolívar
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Vida ejemplar de Simón Bolívar
la honra y el servicio de la patria. Allí se leen los nombres de
Miranda, Sucre, Páez, Urdaneta, Bermúdez, Vargas... Pero, entre
todos los monumentos se distingue uno por el lugar promi-
nente en que está situado, la majestad de las figuras, la pureza
del mármol, la perfección de la obra. Ocupa el sitio del Altar
Mayor, y todo él exhibe el sello de la manifiesta superioridad.
Una estatua de mármol, la figura de un guerrero con la mano
en el pecho, sobre el corazón, el rostro severo y pensativo parece
presidirlo todo. El nombre del artista que hizo el monumento es
célebre y vivirá en la memoria de las gentes con la admiración
por su arte. No se olvidará el nombre de Tenerani. A los lados del
monumento, en las paredes que lo guardan, abundan magníficas
lápidas con letras de oro, bronces con inscripciones de gloria,
ofrendas de naciones. Hay un sepulcro. Las gentes suben por
la gradería de mármol, llegan ante el sepulcro y se inclinan con
veneración. Inclinaos también vosotros con respeto. Porque allí
guarda Venezuela, para la admiración y el amor de todos, las
cenizas de Simón Bolívar, Libertador y Padre de la patria.
Pues no solo en Venezuela, su tierra nativa, se repite su nombre
y se admira su gloria. Son ya incontables los grandes escritores
extranjeros que han escrito de él, poniéndolo entre los contados
mayores hombres de la historia del mundo. Poetas ingleses, fran-
ceses, americanos lo han celebrado en sus versos. Críticos de
todas las naciones han discutido sus actos y sus pensamientos,
y han intentado la exploración de su alma. Se le han dedicado
grandes libros. Se le han levantado monumentos en Nueva York,
Washington, París, Roma, Lima, Bogotá, Santiago de Chile, Río
de Janeiro, Quito... Con su nombre se han bautizado plazas,
calles, parques, paseos, pueblos, en las más alejadas latitudes.
Hay calles Bolívar, parques Bolívar, en Buenos Aires, París, La
Habana, San José de Costa Rica... Los lugares donde estuvo de
paso adquieren algo de su prestigio. Las naciones se apresuran
a recordarlo y a perpetuarlo, a ponerlo ante los ojos de todos
con lápidas e inscripciones. Una nación entera lleva su nombre.
En el firmamento los sabios le consagran un astro, y contra la
costumbre de usar nombres mitológicos o nombres de sabios, lo
llaman “Boliviana”.
No pueden dejar de fijar vuestra atención tantos homenajes
tributados por tantos hombres distintos a un mismo hombre.
Habéis debido preguntar más de una vez a vuestros padres, a
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