Page 258 - Todo César: Panorama de vida y obra
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                 Allí, en el círculo luminoso, estaba la trocha de tierra rojiza, a su vera los  era alquilar un burro; como se acercaban los fríos traería del pueblo una cobija,
               cujíes marcaban el ascenso a la pequeña colina cubierta de pastos y arbustos.  de esas que son por un lado rojas y por el otro azul. Esa madrugada se iría...
               Por ese barbecho había subido solo mientras, a lo lejos, la tarde dejaba en el   Pero a quien se trajo fue a Eugenia, al fin había decidido venirse con él. La
               cielo una huella anaranjada. Algunos cocuyos comenzaban a encenderse y el  muchacha, con sus chinelas de tela y su camisón de zaraza, lucía limpia y a él le
               olor dulzón de la flor amarilla subía desde el suelo en la tibieza del aire.   gustaba, nunca había tenido hombre y su vida llena de golpes y privaciones la
                 Sentado sobre unas piedras estuvo pensando en lo que haría. En lo alto era  inducía a asustarse de todo, era pequeña y retraída.
               fácil construir el rancho, el agua no estaba lejos; luego la tierra… El puñado   En poco tiempo el rancho y las cosas cambiaron. Hubo un día que trajo cal y
               que acariciaba en su mano era negro y húmedo y estaba cruzado por miles de  puso las paredes blanquitas. Eugenia sembró rosas, heliotropos, florida y mucha
               diminutas raicillas… ¡Buena tierra! En el saco estaban todas las semillas que el  hierbabuena. La cosecha de alverjas fue abundante, pero más dieron las horta-
               compadre Augusto le había regalado cuando manifestó su decisión de sembrar  lizas y al fin pudo comprar el burro y hasta una cama. Al año siguiente Eugenia
               por esos montes baldíos donde la tierra no tuviera alambre ni fuera de los ricos  tuvo a Rafaelito y se le puso una cerca de alambre al conuco. La tierra era suave
               que viven en las ciudades. El sembrado habría de ser pequeño en torno al rancho,  y perfumada, dondequiera que las manos la sembraban surgían rápido los reto-
               se traería varios animales y con algún saco viejo fabricaría un espantapájaros.  ños, daba hasta para los pájaros, pues Eugenia dejó de espantarlos una vez que
               Cómo abundaban los pájaros; aun llegando la noche podía verlos dando saltitos  nació el niño. Cuando las siembras estaban lozanas era hermoso mirar la brisa
               en los arbustos y piando en busca de los nidos. Había oído decir que por esos  corriendo sobre los barbechos y al sol repiqueteando por los maizales. Una vez
               lugares las lluvias eran fijas, pero todavía no se anunciaban, pues en las raíces  Eugenia fue al pueblo con gallinas, huevos y alverjas y trajo una cesta y mucha
               de los arbustos las hormigas y los abejorros se movían tranquilos. Al pie de un  ropita para Rafael, también un flux para él y una cota para ella. En las navida-
               pequeño guamo abrían sus pascuas azules muchas enredaderas, los capullos  des pensaba llevar al chico a unos viejos tíos que aún le quedaban, entonces ya
               estallaban para abrirse al aire a la caída del sol. También al algarrobo estaban  los cochinos estarían gordos y su venta no sería difícil. Por octubre cesaron las
               llegando  los  últimos  arrendajos  negros  y  amarillos,  piando  alegres,  giraban  lluvias y el maíz veranero comenzó a madurar.
               entre las ramas de las cuales colgaban como frágiles saquitos de espinas los   La  sábana  subía  y  bajaba  al  ritmo  jadeante  de  la  respiración;  el  cigarrón,
               acogedores nidos. El aire bajaba limpio y fresco desde la sombra que se acercaba  zumbando siempre, cruzó el rayo de luz y se fue nuevamente fuera de la clara-
               tras la verdosa luz de un diminuto lucero. Con las lloviznas de junio retoñó el  boya; los párpados se abrieron pausadamente para contraerse después con gesto
               maíz, también los frijoles espigaban y las semillas de aguacates comenzaban  enigmático.
               a esponjarse y a dar sus primeros brotes dentro de las terrosas latas. Sobre los   Aquel hombre llegó primero sobre una mula, días después se presentaron
               surcos regados con las semillas de hortalizas se extendía una leve pelusa verde  otros y otros y otros... Midieron por muchas partes, colocaron extraños apara-
               anunciando los retoños. Pronto recogería nabos y zanahorias. Las gallinas no  tos para ver mejor y clavaron algunos postes de señales. Más tarde volvieron
               habían sacado pollos, tendría que conseguirles un buen gallo, el negro Antonio  con diversos útiles de trabajo y comenzaron a abrir un ancho camino sobre la
               ofrecía uno barato, estaba tuerto por una pelea pero en el corral sabría cumplir.  tierra blanda... Por allí mismo llegaron resoplando los camiones cargados con
                 Las lluvias aquel agosto fueron buenas, allí estaban en la troja las mazor-  numerosos peones dirigidos por musiúes. Midieron una y mil veces, más allá
               cas que no había querido vender, también la yuca y los frijoles. En el nudo del  de la vega de hortalizas montaron una gran tienda y cerca de ella se pusieron a
               pañuelo que le abultaba el pantalón sentía los centavos ganados, era alguito,  construir un depósito con hierros, madera y zinc; al poco tiempo fue llamado
               también la leña ya dispuesta en haces produciría sus reales, pero era urgente  al campamento, de momento no entendió cuanto le decían, pero luego todo se
               comprar  otro  machete  y  un  hacha  nueva,  de  esas  negras  y  rojas  con  mango  aclaró; iban a trabajar en el lugar, a extraer petróleo... Había mucho por aque-
               amarillo. Necesitaba clavos y una plancha de zinc para el cobertizo de la cocina  llas tierras... No comprendía sus palabras… ¿Tendría que irse? Sí, irse... Dejar
               y si quedaba plata se haría de una pimpina y de unos platos. Lo más importante  el conuco, la tierra, el rancho, irse como antes, como siempre. Aquello no era
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