Page 95 - Sencillamente Aquiles
P. 95

aquiles nazoa


                     le pegaron un cordón
                     y al mismo tiempo brincaron
                     con mi gratificación.
                     Y con los treinta dinerios
                     que cogí por mi traición,
                     jugué bolas, me eché palos
                     y me compré un pantalón.

                     Pero al caer la tarde
                     vino la crucifixión,
                     y de Cristo moribundo
                     yo vi la triste expresión,
                     y no pude con la pena
                     que me embargó el corazón,
                     y me dije: —¡Concha, Judas,
                     tú no mereces perdón!

                     Entonces llamé a Benito
                     y le dije: —Valezón,
                     mande a comprar kerosene
                     y conviértame en carbón
                     para que el pueblo de Cagua
                     se remire en mi lección
                     y no venda a los amigos
                     ni por precio de un millón.
                     Y mientras el pobre Judas
                     daba esta peroración,
                     repicaban Aleluya
                     las campanas de latón
                     y las chicharras del campo
                     cantaban Resurrección.



                                         95
   90   91   92   93   94   95   96   97   98   99   100