Page 90 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles


                   todo el día a exprimirse la cerviz
                   y que el derecho a hablar no le concede
                   porque cuando él se inspira nadie puede
                   ni siquiera sonarse la nariz?


                   Y ese soy yo que, haciendo solo eso,
                   ya doy lata en exceso
                   ¡conque cómo serán de fastidiosos
                   los que «toeros» llaman o «curiosos»
                   porque ejercen, a más del propio oficio,
                   muchos otros por vicio!


                   Hay que ver lo que sufre la costilla
                   de un «curioso» cuando este, por desgracia
                   de transformar se antoja, verbigracia,
                   una andadera vieja en una silla
                   o en jaula una parrilla.

                   Cuando no la anonadada
                   pidiéndole corotos
                   que no van a servirle para nada
                   y que están en los sitios más remotos,
                   por eso no saldrá mejor librada,
                   pues entonces la pone, en una orilla,
                   a que «le tenga» mientras él martilla…
                   Total: le ensucia el piso, le hace bulla,
                   de su quehacer doméstico la arranca
                   y de ñapa, si un dedo se magulla,
                   le forma la gran «tranca».


                   ¿Se sentirá feliz una señora
                   con semejante guama a toda hora?

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