Page 73 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa




                     —¿Qué te sucede? ¡Contesta!,
                     le vuelven a preguntar.
                     Y entonces, vuelto un jaguar,
                     un caimán, un jabalí,
                     responde usted: —¡Me caí!,
                     y añade luego despacio
                     lo que por falta de espacio
                     no consignamos aquí.


                     En tan triste situación
                     oye usted que alguien revela:
                     —¿Qué están buscando? ¿La vela?
                     Pues yo la vi en el fogón…
                     Como en una procesión
                     el viejo, el grande, el chiquito,
                     corren al sitio descrito
                     y en jubilosa algarada
                     sacan la vela pegada
                     del fondo de un perolito.


                     Ya puesta en el comedor
                     o en algún cuarto la vela,
                     lo que sigue es una pela
                     de las de marca mayor.
                     Pues el niño un tenedor
                     pone en ella a calentar,
                     simulando no escuchar
                     la voz que dice impaciente:
                     —¡Deje la vela, Vicente!,
                     porque lo voy a pelar…



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