Page 516 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles


                   Mas la voz ronca del viento
                   se escuchó poco después
                   diciéndole a la ratona:
                   —Ay, Hortensia, ¿sabe usted?
                   mejor que yo es la montaña
                   —aquella que allí se ve—
                   porque detiene mi paso
                   lo mismo que una pared.


                   —Si mejor es la montaña
                   con ella me casaré
                   —contestó la ratoncita—,
                   y a la montaña se fue.
                   Mas la montaña le dijo:
                   —¿Yo importante? ¡Je, je, je!
                   Mejores son los ratones
                   los que viven a mis pies,
                   aquellos que entre mis rocas,
                   tras de roer y roer, construyeron la cuevita,
                   de donde ha salido usted.


                   Entonces la ratoncita
                   volvió a su casa otra vez,
                   buscó al ratoncito aquel
                   al que un día despreciara
                   por ser tan chiquito él.

                   —¡Oh, perdóname, Alfredito
                   —gimió cayendo a sus pies—,
                   si me quieres todavía,
                   contigo me casaré!



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